CAPÍTULO V

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El día siguiente a la llegada a casa Elizabeth la ansiedad que le causaba no tener noticia de la supuesta carta de Darcy llegó a su fin cuando, en el desayuno, el señor Bennet le dijo a Lizzy que fuera a su despacho antes del almuerzo para hablar de cierto tema... muy particular.

Elizabeth, razonó que sería para discutir del compromiso. Aunque en el fondo pensaba que sería mejor debatir el tema a lo largo de la mañana, pues antes del almuerzo nunca se disponía de suficiente tiempo. Por esta vez confió en que su padre habría elegido esa hora por razones particulares y no las cuestionó.

El día anterior, Mary había llamado su atención particular pues había manifestado su poco interés por los juegos y bromas pesadas de Catherine y Lydia. A Elizabeth le parecía una buena actitud pues a ella misma no le complacían esa clase de exhibiciones verbales del poco seso que poseían sus hermanas menores.

Recientemente había dado con una estratagema a fin de acercarse un poco más a su hermana y se resolvió a tenerla toda la semana del brazo y no despegarse de sus faldas. En realidad, hacía ya mucho tiempo que no pasaba tiempo con Mary. Recordaba que los últimos años siempre estuvo con Jane, pero era natural ¿verdad? Después de todo eran las más cercanas en edad y en carácter de entre todas las hijas de la casa.

Cuando su padre se retiró a su oficina con dos libros bajo el brazo que tomó del estante, Lizzy despertó de su inmovilidad y se dispuso a poner en marcha sus planes. Mary no tardaba más que cinco o diez minutos en irse de la mesa después del señor Bennet. Para realizar su proyecto había cedido su asiento a Kitty, lo que había provocado tener que soportar el desayuno más ruidoso en años, pues Lydia y Kitty estaban una al lado de la otra.

"Tienes que sacrificar un pañuelo limpio para obtener un saludo y una presentación" – pensó Elizabeth, que soportó la primera comida del día en silencio.

El plan, que le había parecido ridículo la primera vez que se le ocurrió; funcionó al primer intento y con un éxito innegable. Cuando Mary se puso de pie y agradeció por la comida, giró para tomar un libro de estante, como había hecho su padre. Elizabeth que tenía el puesto en la mesa justo enfrente de ese mueble pudo tomar el rabillo de la falda de Mary antes de que volteara. Y cuando lo hizo, se abalanzó hacia adelante, golpeando el plato de caldo hervido de Elizabeth que estaba inteligentemente posicionado. Todo el contenido de la sopa había terminado en su vestido.

-¡Mary! – gritó la señora Bennet - ¿Se puede saber que estás haciendo? - Catherine se reía a carcajadas de la escena y Lydia daba golpes en la mesa mientras intentaba contener sus risas

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-¡Mary! – gritó la señora Bennet - ¿Se puede saber que estás haciendo? - Catherine se reía a carcajadas de la escena y Lydia daba golpes en la mesa mientras intentaba contener sus risas.

-Lo siento mucho Lizzy – se disculpó Mary al ver el estado de su hermana – pero ¿qué haces?  ¿No está caliente? Tienes que mojarte con agua fría inmediatamente.

Lo que Mary no sabía era que Elizabeth, previendo que este sería el desenlace deseado, se había dedicado a enfriar su sopa durante toda la comida hasta el punto en que terminó con una temperatura entre fría y tibia, no quería correr algún riesgo, esas cosas se las dejaba a Kitty y a Lydia.

ORGULLO Y PREJUICIO - Aceptando la propuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora