Capítulo 6

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8 de abril de 1816

Me levanté de la cama con toda la pereza, me sentía cansada aún, quería seguir durmiendo todo el día, además de que de verdad no tenía ganas de ver a nadie, sólo quería quedarme en cama y disfrutar de la compañía de mis bebés.

Tocaron a la puerta, supe que era la doncella por los suaves golpes en esta. Me levanté y me acerqué.

Una doncella diferente estaba parada frente a mí. —Disculpe que la despertemos señora Becher, pero el desayuno está servido y han pedido su presencia en el comedor.

—Muy bien, bajo en unos minutos.

— ¿Desea que le ayude a vestir?

— ¿Dónde está Alice?

—Ha caído enferma por la noche, por lo que se le ha mandado a reposo.

—Bueno, gracias, yo puedo sola.

—Como desee, con permiso. —Hizo una reverencia y se marchó.

Cerré la puerta y vi que los bebés aún dormían, pues claro, la noche anterior apenas pude dormir, hice mal en haber mandado a la niñera a su habitación.

Me acerqué a mi baúl de donde saqué un vestido azul, me quité mi ropa de dormir y me coloqué aquel vestido, era difícil atar los lazos de la parte de atrás pero ya tenía práctica, no me gustaba que más personas me vieran desnuda.

Toqué la campanita y unos minutos después subió la señora Beckett. —Buenos días señora Becher. —hizo su reverencia.

—Buenos días, bajaré a desayunar. —le sonreí y salí, no quería bajar, no quería desayunar con todos ellos, pero tenía que hacerlo desafortunadamente sino, las cosas se complicarían más de lo que ya están.

Bajé las escaleras y caminé por el largo pasillo al comedor, pasando el salón principal, cuando estaba a punto de llegar, escuché a todos conversar, era obvio que su plática pararía una vez yo entrara. Suspiré de cansancio, también me esperaban muchas preguntas acerca de mi cara de cansancio, sacudí la cabeza un poco y seguí caminando.

—Buenos días. —dije al entrar, todos voltearon a verme al mismo tiempo que los caballeros se ponían en pie, incluso Damien quien se encontraba con el diario en su mano.

Un sirviente rápidamente se aproximó a una silla para corrérmela y allí me senté.

—Buenos días querida, pero ¿qué te pasó? —preguntó la señora Thorne al ver mi cara.

—Una noche difícil, nada de qué preocuparse. —dije restándole importancia al asunto, y trajeron mi plato, así que me dispuse a comer.

Todos asintieron y empezaron a contar sus historias de cuando sus hijos eran bebés, de lo feliz que se sentían al tenerlo en sus brazos, lindos momentos que como pareja habían pasado, juntos. Se dieron cuenta de que habían cambiado el tema de sus hijos a ellos como pareja, lo que provocaba incomodidad entre Damien y mía, que se dedicaba a leer el diario y tratar de prestar la mínima atención a la plática que ocurría a su alrededor.

—Lo siento. —Se disculparon todos.

—No se preocupen. —les sonreí aunque por dentro me sentía muy incómoda por la situación y sólo quería irme.

—Iremos a cabalgar, ¿te nos unes Damien? —preguntó el señor Thorne tratando de romper el incómodo silencio que había.

—Sí, me haría bien.

—Nosotras iremos a caminar, ¿vienes Camille?

—Preferiría descansar un poco, muchas gracias.

Olvidar Mi Honor (D.M.H. 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora