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Sentada en una de las gradas metí algunos mechones rebeldes de cabello detrás de mi oreja. Hoy era viernes el día que cualquier universitario esperaba con ansias, en mi caso yo debía esperar a Hyunseok para irnos juntos a casa ¿Por qué? Por el simple hecho que eso aumentaba su ego cuando mis padres le decían que era un excelente hermano además de sus amigotes.

Ser el mariscal de campo le otorgaba cierto privilegio y aumentaba la soberbia que tanto detestaba. Podría irme sola, pero por una parte usaba eso como excusa para que Jungkook no se acercara. Tal vez le tenía miedo a mi hermano o solo no deseaba soportar las burlas de todo el equipo.

—¿Quieres?

Negué, Akemi tenía una bolsa de algas secas como snack mientras me acompañaba según ella; para distraer la vista. Yo era muy despistada pero algo me decía que tal vez sentía algo por mi hermano. Era un teoría sustentable, solía ser un poco borde con las personas pero con Hyunseok era diferente. Desde ponerse mucho más bonita cuando salíamos con amigos o hasta para ir a mi casa e incluir en todo a mi hermano y eso que él era un pesado.

—¡Oh! ¡Ahí esta! — tocó mi hombro con palmaditas frenéticas sin hacerme daño, despegue la vista del móvil para mirar donde ella lo hacía. —El rarito vino a verte.

El móvil tembló en mis manos y desee que fuera una mentira pero ahí estaba. Vistiendo ropas oscuras y con un gorro negro que no dejaba ver muy bien su rostro en la entrada del campus. Jungkook se aparecía desde que comencé a venir aquí todos los viernes, pero solo nos observaba de lejos.

Mi estómago dolió y evite mirarlo. Pero como si todo estuviera en mi contra a paso firme comenzó a atravesar el campus. Mi hermano se dio cuenta, al igual que sus amigos parando las bromas y su parloteo.

Jungkook se veía diferente en todos los sentidos y eso no era malo por supuesto. Él no era alguien fornido, para no pertenecer a ningún club parecía del club de natación. Su cuerpo era atlético, alto pero las enormes prendas no le favorecían a su figura. Su cabello era de un color negro intenso, la piel de un tono casi pálido, tal vez ahí estaba el problema. Tenía una pequeña mancha rojiza que se extendía desde su pómulo izquierdo hasta su quijada que se perdía en el cuello. A varias chicas le incomodaba por eso o por su extraña forma de vestir siempre con capuchas que escondían su rostro o porque no hablaba con nadie más que con Jung.

Más que la apariencia física, algo dentro mío me decía que Jungkook no era alguien bueno. Vale, tal vez podía estar equivocada y solo debía conocerle un poco antes de juzgar.

Aunque sabía que ser amigos no era algo que estuviera en los planes de Jungkook. Si yo le gustaba, nadie podía obligarme a que sienta lo mismo, mucho menos él.

—Parece que no tiene nada mejor que hacer, por eso viene a acosarte. Pobre, pierde su tiempo.

Apreté el móvil con fuerza al escucharla, creando cierto vértigo en mi estómago cuando más cerca estaba. No me agradaron sus palabras, había escuchado algunos comentarios similares por los pasillos de la universidad, pero otros completamente malos y fuera de lugar.

"Apuesto que se aprovecha de él para que haga sus trabajos"

"Que ingenuo pierde el tiempo."

"No deberías ilusionar a Jeon, todos sabemos que eres superficial. Si no compara a Kim a su lado. "

Eso era poco, comparado a lo que decían atrás de mis espadas. Yo no era débil de mente pero de alguna manera me afectaban esos comentarios como a cualquier persona. La mayoría imaginaba saber lo que había entre los dos, si callaba no era porque aceptaba todo lo que decían. Siempre trate de hacer oídos sordos. Tal vez si no lo hubiera hecho nadie opinaria, porque lo que más deseaba era pasar desapercibida.

—Akemi, no te vayas por favor.

Cuan patética me sentía en esos momentos. Era solo un chico, que quería mi atención. Un chico que no se daba por vencido y que me seguía a casa.

¿Por qué mi maldito hermano no me ayuda?

No sé cómo es que reunió ese valor pero se acercó en nuestra dirección atravesando el campo de juego, recibiendo burlas por parte de los jugadores que practicaban. Ví que los ignoró, caminaba a paso firme con las manos metidas el los bolsillo de sus jeans.

Iugh, ahí viene. No creo que pueda tenerlo cerca Haewon. —mi rostro de temor debió ser una completa broma ya que realmente iba a dejarme sola. ¿Era un venganza por lo de la cafetería?. Agarró su bolso bajando las gradas haciendo oídos sordos a mis súplicas. —Deberías venir conmigo. Claro, si quieres.

Soltó una leve risita caminando hasta Hyunseok que me había dado la espalda para sentarse en la primera grada ignorando por completo las mismas cosas que yo había escuchado por los pasillos como si fuese nada.

Traidora.

No sería una cobarde. No les daría el gusto de ir donde ellos  y esconderme como si fueran un escudo. Claro que no. Iba a esperar, iba a enfrentar a Jungkook, él sabía que me intimidada y ponía nerviosa y esa era la única verdad.

Le ví subir cada maldita grada, mirándome tal vez más de lo que me gustaría.

—Haewon. —fue el primero en hablar ya que estaba lo suficientemente cohibida para hacerlo. De su mochila saco una cajita marrón transparente con decoraciones brillantes. ——Traje esto para ti. Espero que te guste, te veía comerlos mucho.

Era descarado al decir que me miraba en todo momento y que eso parecía de lo más normal.

—Acéptalo. —Demandó.

Siempre hacía lo mismo, hablarme como si no me comportara como una perra rechazandole cada vez que se declaraba. Algunos pares de ojos nos miraban con diversión y otros de puros cotillas nomás. Juro que no quería aceptar el regalo; sería contradecir todo lo que pensaba, pero no quería rechazarle frente a esos bravucones.

Ellos eran realmente malos si se lo proponían con Jungkook.

Tome la caja con lentitud sin mirarle. Casi tan rápido como mis dedos la tocaron regresaron a mi regazo sin mucha delicadeza. Él aún seguía de pie frente a mi observando cada movimiento mío y eso me incomodó muchísimo.

—Gracias. —tuve la necesidad en decírselo. — Pero por favor, no me des otro regalo. Ya te lo he dicho Jungkook. Gastas tu dinero en vano, no lo hagas.

Al fin lo mire y por primera vez ví que una de las comisuras de sus labios se había curvado. Eso era nuevo, jamás le ví sonreír a medias ya que por lo general era alguien neutro.

— No lo olvides Haewon, algún día las cosas van a cambiar. Tanto así que lloraras por estar entre mis brazos.

Sentí el aire agotarse en mi pecho y el jadeo de sorpresa por lo que dijo murió en mi boca sin poder creer lo que decía. Dicho esto, tan pronto como me dio la cajita Jungkook acomodo su mochila y se fue rodeando el campus. Él había recitado una línea de la carta que escribió, me sentí mareada porque sus palabras sonaron como si él me lo hubiera jurado.

No me di cuenta que había retenido el aire en mis pulmones hasta que le perdido de vista, intente mantener la calma, al bajar la mirada me encontré la pequeña caja que sostenía con tanta fuerza y en ella había una tarjeta con un corto mensaje escrito a mano.

«No te preguntaré si quieres ser mi novia otra vez, porque lo serás Haewon»

















—Ana.

Brujería ❀; jjk | COMPLETA {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora