Capítulo 22

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Pov Lissa

Mi papá es la mejor persona del mundo. Siempre está al pendiente de mí y aún así es excelente en su trabajo. Admiro su fortaleza, a pesar de todo lo que hemos pasado juntos el nunca se a derrumbado, nunca a dejado de reír. En la temporada que estuve un poco depresiva por la inesperada llegada de aquella enfermedad, junto con la cereza del pastel que es mi actual ceguera, yo le preguntaba lo siguiente:

"¿Por qué a pesar de todo lo que haz pasado no dejas de sonreir? Mi mamá murió, yo enferme, estuve en coma y ahora estoy ciega, ¿Porque?"

Mi papá muy pacientemente, ya que era la quinta vez que le preguntaba eso, contestó:

" ¿Por qué?, bueno...no le voy a dar el gusto a la vida o el universo de tirarme por cosas que tienen solución. Aunque se puede decir que yo sufrí mucho toda mi vida, eso no es verdad, no en mi cabeza, no en mi realidad. Tuve bellos momentos después de todo. Como cuando vi por primera vez tu bello rostro, verte crecer, triunfar en mi trabajo, verte crecer nuevamente y admirar en lo que te haz convertido. Ama la vida, Lissa. Solo es una"

Era la primera vez que su respuesta me habría los ojos, o bueno, lo poco que quedaba de ellos. Por favor sean serios porque juro que está vez no fue un chiste. Como dije, el me abrió los ojos, pero los abrí por que yo decidí ya hacer un cambio en mi vida.

Es el hombre más maravilloso del mundo. Mi madre era muy suertuda.

Cuando estaba en el suelo antes de que mi papá me abrazara, Russel se avalanzo a mi, mientras lo acariciaba el lamía mi rostro.

- Ahora apresurate, Lissa. Llegaremos tarde- mi cara era de incredulidad. Me levanté.

- Que gruñón eres. Dije ser fuertes no hacer como si nada hubiese pasado- los dos reímos.

- No seas grosera conmigo, conejita- apretó mi nariz.

- Auch, ¡Oye!, No hagas eso. ¿Acaso quieres dejarme sin nariz?- ecuche que abrió la puerta del auto.

- Sube, exagerada.

- ¿Y si me lastimaste mi nariz? Es mejor que me lleves a la casa a descansar un poco.

- Ahora- la última "a", fue alargada un poco, eso significa que está comenzando a perder la paciencia. Hice un puchero, comencé a buscar el asiento del auto.

Al llegar a la universidad Piper y Catherine me abrazaron con mucha fuerza, estaban preocupadas. En mi momento de estupidez me pregunte ¿Donde diablos lo vieron?, hasta que recordé que en este tipo de cosas las redes sociales son las número uno.

- Tranquilas, estoy bien. ¿Lo ven?- me separé un poco- sigo sin ver- ellas comenzaron a reír.

- En verdad no puedo contigo, Lissa- Piper sorbió por la nariz, si, lloro un poco, es igual de sentimental que yo.

Como siempre me acompañaron a mi aula. Iba a sentarme cómodamente pero un el sonido más desesperante del mundo se escucho.

- Hey- era André- ¿cuántos dedos hay?- reí y me crucé de brazos.

- Al igual que en mi mano, cinco. Aunque depende de cuantos bajes- me encogí de hombros.

- Si- el río un poco. Es algo raro en el, normalmente soltaría un bufido- oye- asentí con cabeza para darle a entender que prosiguiera- fuiste muy valiente, casi pensé que te perdíamos. Eres fuerte, niña sin vista- me quedé sin palabras no sabía que contestarle, nunca pensé que el sería capaz de al menos decir "gracias", lo juzgue un poco mal y eso que ya lo conocía.

Cuando estuve a punto de contestarle el profesor entro al aula, interrumpiendo mi intento de agradecimiento.

- Buenos días- saludo el profesor.

Te Siento (Andrew Garfield y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora