Capítulo 14

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T E S S A N D R A

Hay algo en Dan Adams que no concuerda con la versión que todo el mundo cuenta por ahí ni lo que creí que era. Estoy yendo en contra de todo lo que soy, pero me gusta, me agrada más de lo que pensé que podría agradarme alguien como él. Mi corazón late como loco cuando está cerca y mi cuerpo responde a su tacto. Debería correr en la dirección opuesta porque eso es lo que hago cuando siento que estoy en peligro. Hace que me ponga alerta, y al mismo tiempo me calma. ¿Cómo dos sensaciones tan contradictorias pueden sentirse tan bien?

Me dejo caer en la banca para esperarlo, el estadio empieza a vaciarse. Los del equipo contrario desaparecen con los gestos decaídos y los fanáticos de los Bulldogs celebran saltando y gritando.

No tarda más de quince minutos, se acerca trotando a las gradas, luciendo como un hombre fresco y limpio. Lleva pantalones de mezclilla oscuros y una camiseta negra. Se ubica delante de mí y me ofrece su mano con una sonrisa.

—¿Nos vamos, cariño? —Su palabra cariñosa me hace temblar.

Me levanto del asiento como un resorte, él pasa una mano por mi cintura de manera posesiva y me conduce hacia la salida. Su mano se siente caliente, me quema, a pesar de la ropa.

Cuando subimos al Jeep se escucha una canción que conozco a la perfección, Crazy de Aerosmith me trae buenos recuerdos. Mi madre solía reproducirla por horas, mientras cosía prendas frente a su máquina. Recuerdo que se ponía a bailar en el vestíbulo de la sala mientras Lili reía y movía las manitas al ritmo de la música, los momentos felices hacen que me sienta menos desafortunada, que me relaje en la camioneta y me olvide de las barreras.

Tarareo la canción y muevo la cabeza siguiendo el ritmo, Dan no dice nada, pero maneja con las comisuras alzadas.

Ya sé hacia dónde se dirige.

Da vuelta en una calle y sigue derecho hasta llegar a una reja con figuras garigoleadas. La gran mansión de los Adams. Se detiene y saca un brazo por la ventada para teclear un número en una pantallita empotrada en una pared, la misma por la que me habló Becky la primera vez que vine a este lugar. Las puertas se abren, Dan traspasa la entrada y sigue por el camino empedrado.

—Llegamos, Tessy. —Se baja del Jeep sin darme la oportunidad de musitar palabra. Abro mi puerta antes de que pueda llegar, me toma la mano para ayudarme a bajar—. ¡Cristo! Qué impaciente eres.

A pesar de que no me causa el mismo impacto, sí vuelve a dejarme sin aire pararme afuera de la casa, pues me hace sentir pequeñita e insignificante. Hay detalles que no había notado, como las florecillas rosas que salen de las enredaderas y la hacen ver menos lúgubre.

Eso me hace sonreír, desde lejos veía que Dan no era una buena persona, y al acercarme me doy cuenta de que no es tan malo como parece. Algunos erigimos muros amenazantes para que los demás se asusten y no se atrevan a traspasar el umbral. Me ha dejado entrar y me gusta lo que encontré.

Gardenia © ✔️ (TG #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora