▦ Capítulo 7

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Su talón tamborileaba sobre el suelo, ansioso ante el enemigo que significaba el tiempo. Sabía que su sentido arácnido se lo advertiría, pero aún así, el que nada sucediera le inquietaba. Confiado en la fama del dios del engaño, creía que no pasaría mucho tiempo para que las bromas de mal gusto se convirtieran en una verdadera maldad. Y la única posibilidad que tenía Loki de ello era estando fuera de su continua vigilancia.

— ¿Otra vez, Peter? —inquirió Michelle apenas el mencionado volvió a alzar la mano. Ya no era sorpresa, se había convertido en rutina y eso que aún no llevaban ni una hora del club.

— En serio necesito ir al baño —se excusó el chico.

— Como las tres veces pasadas —la morena suspiró, volviendo a concentrarse en lo que estaba haciendo para no alargar la interrupción más de lo debido.

Apenas el curso empezaba, pero el declatón académico ya se encontraba preparándose con tiempo. Seguro podrían alcanzar el mismo éxito en las nacionales para ese año, eso si Peter no seguía asistiendo al baño constantemente.

Peter se encaminó con rapidez a la salida, procurando no ser una distracción. En los pasillos desiertos ya estaba la ruta marcada, una en dirección muy opuesta al baño. Y al llegar, para fortuna o desfortuna, seguía viendo el mismo caso: nada fuera de lo común.

Ahí estaba Loki, concentrado, con el ceño ligeramente arrugado mientras su mirada escudriñaba el tablero. Sus codos sobre la mesa y el mentón recargado sobre el dorso de su mano complementaba su postura. Quien diría que un juego de ajedrez entraba dentro de los intereses del dios.

Viendo desde afuera del dicho club, Peter se rindió ante la idea de que aquel día pudiera suceder algo.

— Lo he notado —en las calles de Nueva York, Loki caminaba delante de Peter, despreocupado y sujetando sus manos por detrás de su espalda mientras veía con otros ojos el lugar que tiempo atrás había tratado de destruir; habían sido días locos—. Lo peor que puedo hacer es desaparecer tu ropa en la clase de gimnasia frente a todos.

— Espera, ¿puedes hacer eso? —preguntó, algo sacado de su ensimismamiento, pues a decir verdad no se había molestado en crear una charla en el regreso a casa.

— Puedo demostrarlo ahora —Loki giró su cabeza hacia atrás hasta su limite, mirando al castaño de reojo mientras le mostraba una sonrisa traviesa.

Peter abrió su ojos como platos.

— No te atrevas —advirtió, realmente alarmado de que su ropa se pudiera esfumar sin poder hacer algo al respecto.

Loki soltó una ligera carcajada, volviendo su atención al frente.

— Deberías darme una buena razón para hacer eso.

— ¿Y lo qué pasó hoy en la escuela? Ned y yo reprobamos la prueba de biología por tu culpa —reprochó.

— Mi culpa —repitió Loki como si aquello no fuera muy convincente, aunque en el interior lo había hecho con todo el dolo.

— Y me distrajiste en la clase de álgebra. Me llamaron la atención por eso —prosiguió el chico de Queens.

— ¿Lo hice? —el joven príncipe se giró, empezando a caminar de espaldas para poder encarar con Peter. No recordaba haber hecho nada fuera de lo normal en esa clase.

Peter recordó de inmediato al ver la cuestión marcada en el rostro de Loki, no pudiendo evitar un tenue sonrojo en sus mejillas.

— Olvídalo. La cuestión es que has sido muy fastidioso durante este día y no he hecho nada para merecer esa actitud tuya.

— ¿Qué no has hecho nada? Olvidas que me mantuviste atado con una telaraña y me arrastraste a todo este embrollo.

— Y fui también yo quien te salvó de que te rompieras la cara al caer del portal. Creo que debí haber recibido un churro, o por lo menos un agradecimiento.

El azabache lo miró con el entrecejo ligeramente arrugado, preguntándose qué significaba aquello del churro, mas no le dio importancia y tras rodar los ojos, dijo:

— Bien. Gracias por salvarme, Peter —forzó sus palabras con un gesto sardónico.

Loki seguía caminando de la misma manera, cruzando en aquel momento la calle que daba luz verde para los peatones, no obstante, alguien en la calle parecía no respetar los límites de velocidad. Ni tampoco los semáforos en rojo.

Los reflejos de Peter actuaron de inmediato, empujando a Loki hacia el frente y rodando junto a él fuera del camino del automóvil.

— De nada —pronunció Peter algo agitado, apoyándose en sus manos y rodillas para separarse de Loki, quien estaba en el suelo debajo de él—. No sabía que eras vidente. ¿Por eso me agradeciste antes de que te salvara de nuevo?

Loki resopló, refunfuñando ante la situación a la que había sido arrinconado.

Pero antes de que algo se pudiera decir, se escuchó un estruendo. Peter alzó la vista, viendo el carro estrellado contra un poste.

— Eso es lo que pasa cuando no se respetan las leyes —se incorporó, percatándose de que un hombre salía indemne del coche. Si no se equivocaba, aquel podría ser el mismo del video—. Parece que el destino llegó rápido.

Viendo al hombre empezar a correr, Peter se puso en marcha, deshaciéndose de su ropa y poniéndose su máscara. Había llegado la hora del Hombre Araña.

— Tú, no te muevas de aquí. Bueno, no. En la banqueta es más seguro —ordenó Peter a Loki, sin tiempo de verificar que el contrario realmente obedeciera ya que se había lanzado hacia el cielo con el apoyo de su telaraña.

Al Hombre Araña no le costó mucho alcanzar al malhechor. No cabía duda de que aquel delincuente misterioso no era normal. Balanceándose con el apoyo de los edificios y mirándolo desde la altitud, Peter logró presenciar cómo el hombre iba aventando los automóviles que le iban estorbando en el camino con tan sólo un empujón. También había notado que era muy rápido.

— Alto ahí polizonte —con su telaraña, Peter había jalado un automóvil vacío, lanzándolo con intención de bloquear el camino del sujeto, haciendo su entrada al aterrizar sobre techo del vehículo.

— ¡Fuera de mi camino! —rugió el hombre.

— Fuera de estas calles. Es un cambio justo, ¿no lo crees, amigo?

— Esto va a ser divertido —está vez fue la voz de Loki.

Peter no sabía en que momento Loki los había alcanzado, pero ahí estaba, detrás del hombre de negro.

— Loki, vuelve al departamento. No permitiré que interfieras en mi trabajo.

— Demasiado tarde —de las manos de Loki salieron tenues auras de magia verde, preparándose para lanzar un golpe de su poder.

El hombre rugió, decidido a acabar con esos niños. Aunque no se dirigió hacia Peter, sino hacia sus espaldas. Corrió hacia Loki con frenesí con intención de embestirlo antes de que pudiera ser atacado.

Ciertamente Loki olvidó que su magia tardaría un poco más en prepararse, y no pensó en ello hasta que fue inminente la cercanía, recibiendo un buen golpe y siendo lanzado muchos metros atrás, perdiéndose su cuerpo entre los carros volcados que el delincuente había dejado a lo largo de la calle.

— ¡Loki!

Peter no pudo lanzar su telaraña para atrapar el cuerpo de Loki, pero sí una hacia el desaforado hombre. Loki tenía razón: eso se iba a poner divertido.

La araña y la serpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora