XIII

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Verdaderamente, no podía contenerme. Las lágrimas rodaban por mi mejilla sin control alguno, y todo por culpa de otra de las escenas que nos iba presentando la pantalla de la computadora. Era imposible no hacerlo, pues todo era increíblemente intenso. Pese a ello, me parecía inconcebible la sensibilidad que había aflorado en mí con la condenada película, ya que prácticamente cada minuto de "Diario de una Pasión" significaba un sollozo de mi parte. Todo gracias a Ryan Gosling, Rachel McAdams y Netflix.

Siempre había adorado aquella obra de Nicholas Sparks, pero jamás había tenido la oportunidad de ver la película para comprobar qué tal era esta. Y es que el romance entre Noah y Allie era tan puro y hermoso, que ver cómo se habían perdido de esa manera era una aberración a los sentimientos humanos, especialmente los femeninos.

¿Por qué no podían estar juntos?, ¿Por qué diablos les había pasado eso a ellos dos? ¡Santa mierda, esa película lo único que hacía era jugar con mis emociones, una y otra y otra vez!

De cualquier modo, agradecía que no fuese la única destrozada. A mi lado, Maggie tampoco parecía molestarse demasiado en contenerse. Con un pañuelo blanco se limpiaba las lágrimas que escapaban de sus ojos al tiempo en que sollozaba, tratando de disimular su maquillaje corrido.

-No puedo creer lo triste que es esto -murmuré con la voz ahogada.

-Navah, llorarás cada vez que veas esta maldita escena, y probablemente también cuando te acuerdes de ella -me sonrió, divertida, haciéndome entrega de un pañuelo limpio para limpiar mi rostro.

La película continuó. Nosotras permanecíamos en el más completo y absoluto de los silencios, atentas a las declaraciones de Noah a Allie. Y mierda, juro por mi vida que justo cuando venía la mejor parte, la melodía de Lights de Ellie Goulding que provenía desde el teléfono de Maggie, nos interrumpió.

-Lo siento, ¿Puedes pausarla? -murmuró la chica de un millón de dólares, disculpándose-. ¿Hola?

Paré la película y contuve una carcajada frente a la temblorosa voz de la rubia que trataba de recuperarse del llanto.

Francamente, en ningún momento consideré concentrarme en lo que decía ni mucho menos ponerle atención. O al menos no, hasta que escuché cómo comenzaba a hablar en otro idioma, en francés.

Volví mi vista hacia ella, extrañada. Seguidamente, Maggie soltó un grito y se tapó la boca. Asustándome.

Mierda. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Definitivamente nada bueno.

Finalmente, tras un par de frases más, la llamada acabó.

Impaciente, esperé a que me dijera algo. Mas nunca abrió la boca.

-¿Estás bien? -pregunté, cuidadosamente, siendo yo quien rompía el silencio.

En tanto, ella permaneció callada, tomando asiento en la cama, con la vista perdida en el piso y con las manos cubriendo su rostro, asustándome más

-¿Maggie?

No me estaba dejando ayudarla en nada, y la intriga y preocupación me estaban matando por dentro.

-Eh... Maggie... -insistí.

-Tengo que devolverme ahora mismo a Francia, Navah -murmuró por fin, y sin entrar a dar más explicaciones agregó:- ¿Me ayudas a guardar mis cosas?

Asentí, tan insegura como insatisfecha. Ella se puso de pie, caminó hasta su walk in closet, sacó su maleta y empezamos a guardarlo todo dentro de esta.

Comprendía bien lo que estábamos haciendo: jugábamos a hacernos las idiotas. Y diablos, sabía que poco y nada era lo que llevábamos de conocernos, pero a pesar de ello creía que... No sé, tal vez tendría la confianza suficiente como para explicarme qué clase de motivación era la que le había hecho tomar esa decisión tan abruptamente.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora