44. Seguimos creciendo

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Brendon
—¿Me veo bien?

Estamos frente al espejo. Dallon baja la mirada, inseguro, mientras se acomoda la corbata. Yo estoy detrás de él. Lo tomo de los hombros para voltearlo hacia mí, y lo miro a los ojos para decirle:

—Cariño, estás brillando.

Sonríe tímidamente, yo le doy un corto beso. En serio, es tan lindo.

Le acomodo el cuello cuando escuchamos el timbre. Entonces bajo corriendo las escaleras, emocionado; antes de abrir, doy un vistazo a la mirilla:

Patrick.

—¡Pero si es el pequeño Urie!

Cuando dice eso, con la misma energía de siempre, literalmente me lanzo hacia él. Lleno de alegría y buenos recuerdos, envuelvo al rubio en un enorme abrazo.

Realmente necesitaba eso.

—Patrick, no puedo creerlo... Has cambiado muchísimo desde que teníamos dieciséis.

—Lo sé... —sonríe, luego mira dentro de la casa—. Y tú mírate... ¡Ya hasta vives con alguien!

Dallon apenas terminaba de bajar las escaleras. Se acerca rápidamente hacia Patrick, que entra a la casa y lo saluda con un apretón de manos.

—Patrick. Soy amigo de Brendon desde la secundaria...

—Encantado, soy Dallon.

Ambos se sonríen. Se quedan hablando, mientras veo cómo empieza a llegar la gente.

Saludo a todos mis amigos, con una enorme emoción al verlos de nuevo.

Cuando termino de recibirlos, me recargo en la puerta y los miro a todos, hablándose entre sí, cambiando la música y sirviéndose bebidas.

Y así, desde lejos, me doy cuenta de una cosa.

«Cuánto me hacían falta»

. . .

La oscuridad reina la casa, excepto por un par de extrañas luces disco que rentamos para darle un ambiente distinto a la fiesta.

Veo a Andy hablando con Joe en la cocina, a Pete siendo un romántico con Patrick, y a Sarah iniciando una conversación con Lisa, y recuerdo cuando los conocí a todos.

Aquellos cuerpos escuálidos y encorvados que perdí en la secundaria ahora están erguidos con orgullo, algunos llenos de tatuajes, musculosos, y uno que otro con heridas de bala.

¿Cómo los pequeños e inseguros adolescentes que éramos hace menos de quince años se transformaron en esto?

¿Cómo, cuando estábamos en secundaria, pensábamos que nuestro mundo se estaba cayendo..., y ahora estamos aquí, medio resueltos, celebrando que pasa un año más de nuestras vidas?

Los problemas de chicos se convierten en problemas de adultos, y cuando te das cuenta de que no puedes seguir lamentándote por ello, decides aguantar. Entonces te adaptas, cambias.

Y supongo que son todos esos cambios por los que estamos aquí.

. . .

Dallon
Once p. m. y lo que comenzó como una pequeña y tranquila reunión de Año Nuevo no parece terminar de perder el control. Hace dos horas contaba veinte personas, y ahora mismo el numero ronda entre cien y doscientos. Los invitados de los invitados han traído invitados, y no hay un rincón de la casa que esté vacío.

El olor a tabaco y un montón de otras cosas que definitivamente no son tabaco llena mis sentidos, y después de un rato de disfrutar todo el desastre aquí arriba, decido bajar las escaleras y buscar a Brendon.

Se ha pasado la fiesta hablando con sus viejos amigos, cosa que entiendo y de hecho está bastante bien, pero tampoco quiero que piense que yo lo estoy evitando o algo así.

Para mi suerte, está sentado solo, en una mesa. Me siento a su lado, y lo miro un segundo antes de sacar una boa de plumas color rojo y ponerla alrededor de su cuello. Ríe un poco ante mi acción, con la mirada baja.

—Oye, ¿todo bien? —digo, rodeándolo con un brazo. Él se acerca.

—Sí, claro. Es solo que... ver a todos mis amigos aquí me puso un poco nostálgico, y eso —bufa—. Pero nada importante.

»La estoy pasando muy bien...

—¿Seguro?

—Sí.

Miro a Brendon. Parece sincero.

—Oye —me mira—, ¿puedo decirte algo?

—Claro..., ¿qué pasa?

Brendon toma aire, y luego me mira serio.

—Te amo. No te lo digo mucho, lo sé, pero... es verdad.

»Tampoco sé si soy bueno demostrándolo, pero como sea... Quería decirlo ahora:

»Te amo Dallon, muchísimo. Amo tu persona, siempre tan amable y comprensiva, amo la confianza que siento al estar contigo y también todas tus muestras de cariño. Amo tus hermosos ojos azules, y cada vez que sonríes es como si algo en mí se encendiera. Simplemente te quiero de una manera que no conocía, es algo que estoy descubriendo y me aterra tanto como me emociona. No sé si es raro decir que nunca me había sentido tan bien con alguien.

Se me queda viendo un segundo, sin saber bien qué decir.

—Y pues... me alegra que ese alguien seas tú, porque eres genial, Dallon.

Sonrío, conmovido. Yo tampoco encuentro las palabras. Tardo un momento en descubrir cómo articular todos estos sentimientos, y entonces, lo hago.

—Sé que lo haces. —Tomo sus manos—. Y siento lo mismo. Sé que toma tiempo decir que amas a alguien, pero que va... Después de todo lo qué ha pasado, me siento bastante seguro. —río ligeramente.

Y es que es cierto.

Sigo jugando con sus manos, y nos quedamos en silencio. Simplemente me siento bien, justo ahora. Es como si no pudiera estar mejor, en ningún otro lugar, ni con ninguna otra persona.

Solo puedo pensar.

Cómo cambio mi vida de una manera tan rápida. Cómo llegó él, cuando yo estaba peor, y no me arreglo ni nada de eso; sino que me orillo a que yo mismo lo hiciera. Supongo que hay una diferencia entre amar a una persona o simplemente agarrarte de ella. Y yo siento, en serio siento, que estamos haciendo la primera.

Después de todo, esto no se trató de un cuento romántico donde mi amor platónico me sacó de las ruinas ni nada de eso; fue la enorme admiración que tengo hacia la valentía de ese chico lo que me dio la fuerza para salir adelante.

Y sé que, si algún día él se va, o yo me voy, no me voy a tirar a llorar. Pase lo que pase, no volveré a ser él mismo de antes.

Porque Brendon es una persona mágica, y ha dejado una marca en mi vida que sencillamente no voy a poder olvidar.

Entonces me doy cuenta de que he crecido.

♡ Bubblegum | Brallon ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora