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TAEHYUNG

Había pasado mucho tiempo desde que ese tan abrumante sentimiento me paralizaba.

Aquella vez que había despertado a las dos de la mañana debido a una llamada de teléfono de mis padres, con la terrible noticia de que la abuela había sufrido un infarto, supe lo que era tener miedo. La clase de miedo que te deja petrificado, que nubla tus sentidos y que se implanta en tu estómago en modo de nudo del tamaño de una pelota de basquetbol. Que recorre por tus venas como hielo frío y te deja inservible, lleno de incertidumbre por el mañana. Recuerdo que el teléfono resbaló de mis manos y se hizo pedazos al estrellarse con el piso. Recuerdo que ningún sonido salió de mi interior por un gran lapso de tiempo. Recuerdo haber caído de rodillas al suelo y esperar a que todo fuera mentira. Pero no lo era.

Aquella noche supe que nunca había sentido algo parecido y que rogaba al cielo por no volverlo a sentir.

Pero esa noche, volví a sentir miedo.

Mientras sostenía el cuerpo inmóvil de Minjee en mis brazos y sentí mi cuerpo temblar, supe que esa clase de miedo que tanto me aterraba estaba haciéndose presente de nuevo. La clase de miedo que significa que perdiste a algo que amabas y adorabas. Lo que, en cierto punto, complementaba tu vida.

Esas cinco palabras me tenían rogándole que me abrazara, porque estaba seguro de que ella no lo decía enserio. Ella no terminaría con lo nuestro.

"Ya estoy harta de esto" había dicho Minjee hace unos segundos.

—¿A-A qué te refieres con eso, Minnie? —mi voz salió estrangulada y apenas audible. Apreté más mi agarre alrededor de su pequeño cuerpo y escondí mi cabeza en su cuello. Buscando el calor y seguridad que ella se rehusaba a darme.

—Suéltame, Taehyung. —pidió, mas sin embargo, no hizo ningún esfuerzo por librarse de mis brazos. Miré eso como un pequeño atisbo de esperanza y me aferré a el.

Me alejé lo suficiente sólo para tomar su rostro entre mis manos y obligar a nuestras miradas a encontrarse pero Minjee, mi pequeña y hermosa Minjee mantenía sus ojos cerrados con fuerza. Sus parpados temblaban intentando retener las lágrimas que exigían salir y correr por sus preciosas mejillas.

¿Yo había provocado esto? ¿Cómo es que no me había dado cuenta? ¿En qué momento dejé que esto pasara?

Lastimé a Kim Minjee siendo la única cosa que le había prometido que, sobre mi cadáver, haría. Yo había jurado protegerla y amarla, y ella creyó en mi palabra.

En algún punto, no estoy muy seguro de precisamente en cual, me perdí de camino a querer lograr algo que siempre estuvo más allá de mi alcance. Y sin darme cuenta, también perdí lo que más me importaba. Si de camino a conseguir algo que quiero y anhelo, pierdo lo verdaderamente bueno que poseo, ¿habrá valido la pena?

—Minnie, mírame —le rogué, mis piernas temblaban cual viles fideos— Minnie, te amo. Lo siento tanto, mi amor, he sido un idiota y no he estado para ti cuando me necesitabas. —mis ojos ardían tanto que me nublaban la vista de a momentos, entonces me di cuenta de que estaba llorando— Te lo ruego, no me alejes.

Abrió sus ojos en ese momento y lo que vi en ellos me dejó helado. Era una mezcla de rencor, odio y decisión. Minjee tomó mis manos y las empujó lejos de ella.

—Tú me alejaste a mi, Tae.

—N-No... por favor...

•Ya es hora de enfrentar la realidad, Taehyung. —dijo, se agachó para tomar su suéter del suelo y se lo puso con movimientos bruscos— Alguien tiene que ser el maduro en la relación. Enfrentemos esa realidad en la que nosotros no tenemos posibilidades ni un futuro juntos. Tú eres de otro mundo, y yo jamás seré aceptada en el, ¿de acuerdo? Y no quiero que tengas que elegir entre esa vida que llevas o yo. Te estoy haciendo un favor, Taehyung.

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