Él.— No entiendo casi nada de todo lo que me estáis diciendo. Aparentemente se trata de filosofía; os advierto que en eso no me meto. Todo lo que yo sé es que me gustaría mucho ser otro, para ver si por casualidad era un genio, un gran hombre. Sí, tengo que reconocerlo, hay algo dentro de mí que me lo dice. Nunca he oído alabar a uno de ellos sin que su elogio me haya hecho rabiar secretamente. Soy envidioso. Cuando me entero de algún rasgo de su vida privada que los degrada, lo escucho con placer. Eso nos acerca. Así llevo mejor mi mediocridad. Me digo: Cierto, tú nunca habrías creado Mahomet, pero tampoco el elogio de Maupeou (33). He estado, pues, y estoy enfadado por ser mediocre. Sí, sí, soy mediocre y estoy enfadado. Nunca he oído tocar la obertura de las Indias Galantes, nunca he oído cantar Profonds abîmes du Tenare, Nuit, éternelle nuit (34), sin decirme con pena: He aquí lo que tú nunca crearás. Estaba, pues, celoso de mi tío, y si él hubiera tenido al morir algunas bellas piezas de clavecín en su cartera, no hubiera dudado entre seguir siendo yo mismo y ser él.
(...)
Él.— Algo que está dentro de mí y que me habla me dice: Rameau, a ti te habría gustado mucho haber compuesto esas dos piezas; si hubieras compuesto esas dos piezas, habrías compuesto fácilmente otras dos; y cuando hubieras compuesto un cierto número, te interpretarían, te cantarían por todas partes; al caminar llevarías la cabeza bien alta; tu conciencia te daría testimonio de tu propio mérito; los demás te señalarían con el dedo. Dirían: Es él quien ha compuesto esas bellas gavotas; y cantaba las gavotas; luego, con la apariencia de un hombre emocionado, que rebosa de alegría y que tiene los ojos húmedos, añadía, frotándose las manos: Tendrías una buena casa, y la medía extendiendo sus brazos; una buena cama, y se tendía en ella al desgaire; buenos vinos, que cataba haciendo chasquear la lengua contra su paladar; un buen carruaje, y levantaba el pie para subirse a él; bellas mujeres, a las que ya acariciaba los pechos y miraba voluptuosamente; cien pícaros vendrían a alabarme cada día, y creía verlos alrededor suyo; veía a Palissot, Poinsinet, a los Fréron padre e hijo, a La Porte (35); los escuchaba. Se pavoneaba, estaba de acuerdo con ellos, les sonreía, los desdeñaba, los despreciaba, los expulsaba, los volvía a llamar; después continuaba: Y así es como te dirían cada mañana que eres un gran hombre; leerías en la historia de los Trois Siècles (36) que eres un gran hombre; por la tarde estarías convencido de que eres un gran hombre; y el gran hombre, Rameau el sobrino, se dormiría con el dulce murmullo de los elogios que resonarían en sus oídos; incluso dormido tendría un aspecto satisfecho; su pecho se hincharía, subiría, bajaría con soltura; roncaría como un gran hombre; y hablando así se dejaba caer indolentemente sobre una banqueta; cerraba los ojos e imitaba el feliz sueño que imaginaba. Después de haber saboreado algunos instantes la dulzura de este descanso, se despertaba, extendía los brazos, bostezaba, se frotaba los ojos y buscaba todavía alrededor suyo a sus aburridos aduladores.
El Sobrino de Rameau- Diderot
(33) En la tragedia Mahomet (1742), Voltaire ataca con fuerza el fanatismo. En cambio después alabaría, contra la opinión general, la tiranía del canciller Maupeou, responsable de la disolución del Parlamento de París en 1770.
(34) Indes Galantes (1735) es una ópera-ballet de J.-P. Rameau. Profonds abîmes du Tenare y Nuit, éternelle nuit son canciones del Temple de la Gloire (1745), ópera de Voltaire puesta en música por Rameau.
(35) Charles Palissot de Montenoy (1730-1814), escritor; Antoine Alexandre Henri Poinsinet (1734-1769), autor dramático; Élie Catherine Fréron (1718-1776), periodista, fundador del Année littéraire; su hijo Stanislas Louis Marie Fréron (1754-1802), periodista y el abate Joseph de La Porte (1714-1779), periodista, fundador del Observateur littéraire, se encuentran entre los principales animadores del partido antifilosófico.
(36) Les Trois Siècles de notre littérature (Ámsterdam, 1772) del abate Sabatier de Castres es un diccionario de autores. En él define a Diderot como un mal escritor y un moralista peligroso.

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Fragmentos que impactan
RandomEl objetivo de este título es el de almacenar aquellos fragmentos que han influido notablemente en la evolución de mi pensamiento. Espero que para todos aquellos que estén cansados de leer las mismas citas de los mismos autores o que tal vez quieran...