Capítulo 38

1.8K 76 1
                                    

Ha pasado una semana desde que me arregle con Santiago.

Hice muchas cosas está semana con Michael y su madre fuimos al Museo del helado, la pasamos genial fue muy divertido.

Luego me quedé a dormir tres días donde Joanne junto a Jack y Michael porqué su madre tuvo que salir de urgencia y se tenía que quedar sola.

Fuimos a dejar a Emily al aeropuerto se fue hace unos días con su amiga Isa y regresará unos días antes de la entrada a clases.

Ayer llegamos a la casa de la playa de los Williams, Sarah quiso hacer un viaje familiar lejos del trabajo y nos invitó, mis padres también se encuentran aquí.

La propiedad queda en Santa Mónica frente al mar tiene un increíble espacio al aire libre. La casa es de madera con puertas y vigas a la vista. En la planta principal con abundantes puertas francesas crean conexiones a la zona exterior con vista a la playa, con escalones que conducen a un patio interior con una gran piscina, zona de césped y fuente de azulejos.

Lo que más me encanta de este lugar es un pequeño rincón de lectura que tiene estantes de libros antiguos, historias, es muy fascinante.

Ahorita me encuentro leyendo El Diario de Ana Frank. Es interesante pensar en todo lo que tuvo que pasar, si no fuera por este diario esto no sería historia y nunca lo éramos sabido.

Querida Kitty:

Acabo de tener una gran discusión con mamá; lo siento, pero no nos entendemos muy bien. Con
Margot tampoco marchan las cosas. Entre nosotros no suelen darse el tipo de estallidos que hay en el
piso de arriba, que son bastante desagradables. Estas dos naturalezas, la de mamá y la de Margot, me
son totalmente extrañas. En ocasiones comprendo mejor a mis amigas que a mi propia madre. ¡Es una
lástima!

Leo en voz baja.

-¿Se puede? -Santiago está recostado en el umbral de la puerta.

-Si, pasa.

Se sienta en una de la sillas y me mira tierno.

-Has estado aquí todo el día ¿no tienes hambre?

-No, gracias. Sabes que me entretengo cuando leo.

-Lo sé, eres mi lectora favorita. -Pone su mano en mi mejilla.

Apoyo mi cabeza en su mano y le sonrió.

Mi madre entra y nos sonríe. Me separo y centro mi atención en ella.

-Samantha iré con Sarah hacer unas compras, te portas bien. Ya regresamos. -Le sonrió y asentí.

Mi madre aún piensa que sigo siendo una niña, no haré nada, me quedaré aquí terminando el libro aunque me falta mucho pero lo terminaré hoy.

-Iré a correr un rato y como sé que me dirás que no por floja y por este libro mejor no te pregunto. Te amo nos vemos en un rato.

Me da un beso en la frente y sale.

-Hey Sammie, te portas bien. -Sonríe

Niego con la cabeza y sigo leyendo.

(...)

Lo termine al fin, no tarde mucho es media noche.

Dirán que exagerada pero así soy yo;  Samantha Evans todo lo que me propongo lo cumplo.

Estoy en la habitación, está vez si duermo sola. En esta pieza me siento como en las películas de hoteles, según Santiago ahora es una suite y tiene razón a lo que he investigado es igual de espaciosa que la habitación de dónde Danielle. La cama es deliciosa, tengo una pequeña pantalla, una pequeña sala y un cuarto de baño.

Todo es muy diferente a la última vez que vine que fue hace unos 4 años.

Mi estómago ruge, muero de hambre Coloco mis pantuflas, agarro el libro, enciendo la linterna de mi celular y salgo de la habitación.

Camino en puntitas para que no me escuchen. Paso por las habitaciones principales y puedo escuchar el televisor de la habitación de Santiago encendido.

Tomo la manija de la puerta y la abro despacio.

-Santi. -Susurro.

-Pasa. -Se levanta y me mira de pies a cabeza.

Oh si ando en pijama corta, un short y una blusa de tirantes.

¿Pero que me dicen de él? Sólo lleva puesto un pantalón pijama y sin camisa dejando ver sus abdominales definidos.

Remojo y muerdo mis labios.

Samantha no te quedes ahí, di algo.

Cubro mi rostro con el libro y me lo quito rápidamente.

-Ya sé como sonrojarte Sammie. -Ríe perverso.

Me acerco a él y me dejo caer a la cama.

-Pues te equivocas, no me sonroje además está oscuro y la lámpara no te deja ver si me sonroje o no. -Me encojo de hombros.

-Entonces ¿porque te cubriste el rostro con el libro?

-Porqué...quise.

Se acuesta a mi lado y me sonríe.

-No te creo. Demuéstralo.

-¿Como quieres que te lo demuestre, Williams?

Se queda en silencio varios segundos.

-Olvídalo.

Me levanto de la cama y me quedo observandolo fijamente.

Se lo demostraré a mi manera. Quizá era lo que él quería que hiciera pero se arrepintió de decirlo.

-Hey, ¿Ya te vas? -Se levanta y se me pone frente a mi.

Lo miro fijamente a los ojos y comienzo a besarlo sin esperar mas, no es un beso como estamos acostumbrados, esta vez es diferente. Él me carga y enrrollo mis piernas en su cintura. Camina hasta la cama y se sienta, sigo besándolo, sus besos bajan a mi cuello con más intensidad. Aprieto mis uñas en su espalda y él hace pequeños círculos con sus dedos debajo de mi blusa. Jalo su cabello y beso su cuello. Sus labios hacen contacto con los míos y nuestras respiraciones se escuchan agitadas.

Me separo de él interrumpiendo nuestro beso, puedo ver lo sonrojado que está. Me levanto de sus regazos y acomodo mi pijama. Tomo mis cosas y abro la puerta.

-¿Me dejarás así?

Le sonrió satisfactoriamente y salgo de la habitación.

-Samantha. -Escucho a Santiago al cerrar la puerta.

Entro en la habitación y me acuesto en mi cama.

Jugaste con fuego pero no te quemaste. -Pienso.

Santiago nunca se propasaria conmigo es muy respetuoso, hoy pudo hacerlo porqué accedí aún así no lo hizo.

Sólo espero que le haya quedado bien la demostración.

Al final no le dije a Santiago a que iba y aun tengo hambre.

Genial.

Ya no saldré de aquí, además tengo sueño.

Apago la lámpara y cierro mis ojos logrando mi objetivo dormir.

______________________________________

Mansión de los Williams en multimedia.

Muchas gracias por leer.

¿Alguien pensó en lo tentativa que puede ser Samantha?




















Editada.

Mundos Opuestos Where stories live. Discover now