Capítulo 21. Respira... sólo respira

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Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 21.
Respira... sólo respira

El taxi de la recién llegada se abrió paso por el camino de tierra rodeado de árboles que llevaba a la pintoresca casa de estilo clásico, con una hermosa fachada; era ya tarde, pero el cielo despegado y las luces externas de la propiedad dejaban perfectamente a la vista dicha hermosura. Se encontraba a las afueras de Arcadia, a una hora aproximadamente del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles en el cual había aterrizado. El vehículo amarillo se estacionó justo al frente de la casa, al pie de los escalones del pórtico, y de varios rosales perfectamente bien cuidados que sólo podían haber crecido de esa forma con el constante cuidado de una mano gentil y detallista.

El ambiente que rodeaba todo ese espacio era realmente tranquilizador y agradable. Pocas veces en sus treintaidós años de vida había estado en un sitio que le hiciera sentir energías tan positivas, como si cualquier rastro de maldad simplemente fuera repelido o se mantenía en la calle, temeroso de penetrar más. Era realmente un sitio en el que a Jane Wheeler no le molestaría en lo absoluto pasar varios días... pero no todo era tan perfecto.

Desde el asiento trasero de los pasajeros, alzó su mirada viendo por la ventanilla hacia el piso de superior de la casa. Entre toda esa energía brillante que la rodeaba, ahí se encontraba un pequeño punto gris; un inestable y ruidoso punto gris que le provocaba un pequeño dolor punzante en la parte trasera de su cabeza. Pero no se encontraba impresionada; después de todo, fue justo por eso que había ido ahí.

Le pagó al conductor el viaje y pasó a bajarse con su maleta de mano y su bolso. El conductor bajó de la cajuela la maleta más grande en la que llevaba su ropa, y después se retiró tras un amistoso "buenas noches". Él no se percató para nada de aquel molesto punto gris sobre sus cabezas, y era mejor así. Un instante después de que el taxi se perdió en el camino, casi como si intencionalmente hubiera estado esperando que se fuera, se comenzó a escuchar un ajetreo ahogado que sobresalía de la agradable calma que había reinado desde que llegó. Las ventanas del piso superior se agitaban, sobre todo las de una habitación en especial justo sobre la puerta principal. Las luces del interior también comenzaron a prenderse y apagarse solas, y entre todo ello logró percibir algunos pequeños gritos y lamentos.

Una vieja casa embrujada en las afueras, pensarían muchos, pero la realidad estaba bastante lejos de ello... dependiendo de a quién le preguntaras. Con sus dedos se acomodó uno de los mechones rizados de su cabello corto castaño oscuro, y comenzó entonces a caminar hacia las escaleras cargando todo su equipaje. Antes de pisar el primer escalón, sin embargo, una de las grandes puertas de madera en la entrada se abrió de par en par, y la que supuso era la dueña de la casa apareció del otro lado: una mujer delgada cerca de los cuarenta, de rostro blanco y afilado, de cabellos rubios oscuros lacios, bien peinado y arreglado que le llegaba hasta los hombros, y ojos café oscuro sobre los que portaba unos anteojos redondos de armazón rojizo.

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