057. Alexandr: El Fantasma Del Pasado.

472 79 13
                                    

Con mirada dispuesta,  

—No sé hablar ruso,— Le dice Cassandra cuando el hombre le habla por primera vez. Nota sus ojos llenos de lágrimas, e intenta abrazarla. No puede, es un fantasma y como tal no puede tocar a alguien vivo.

—Dije...—Responde él, hablando con su marcado acento ruso,— Lo siento.

—Tú... ¿Sabes quien soy?— Está confundida. Según sabe, la última vez que él la vio tenía horas de haber nacido, no había forma de relacionarla con ese bebé que alguna vez fue.

—Por supuesto,— Dice él,— Estás mayor, pero tu carita es la misma.

—¿Por qué nunca me buscaste?- Le pregunta entonces,—Madre dice que sabías contactarla, pero tú nunca...

—Cuando me fui a la guerra...—Cassandra no puede evitar mirar la herida de bala en el cuello del fantasma,— Estabas ahí. Desde tu nacimiento, jamás viví sin ti, Cassandra, nunca tuve que buscarte porque nunca me perdiste.

—¿A qué edad me viste por última vez?

—Tenías seis años,— Saca de su bolsillo la mitad de la foto que Cassandra tenía... Allí está ella, a los seis años. No una familia que significase que fue olvidada, no otros hijos, ni una esposa. Ella, con un par de dientes menos y la mano sujetando la de su papá. Ambos sonreían,— Tu madre se hizo cargo de ti cuando te perdí.

—¿Qué?— Ve la foto, y en efecto es ella,— Yo he vivido con mi madre siempre, yo...

—Ella y yo hicimos un trato, si algo debía ocurrirme en la guerra... Si terminaba muerto o incapaz de cuidarte, entonces tu madre se haría cargo, y eso fue lo que pasó. Se me obligó a servir a nuestro país y, como no tenía familia, me tuve que resignar. Me rompió el corazón dejarte y escribí cien cartas para tus próximos cien cumpleaños, desesperado por dejarte algo mío y poder ser, aunque fuera sólo por los minutos que te tomase leer una carta, parte de tu vida. Eras perfecta, Cassie, y fui un pobre diablo bendecido con tu presencia.

—¿Qué estás diciendo?,— Entrecierra los ojos un segundo,— Mamá y yo siempre estuvimos juntas, desde que nací. Tú no querías nada con Deméter y menos conmigo.

La toma de la mano, solo un segundo, y la mira a los ojos. Algo huele a podrido para ambos.

—Cassandra... ¿Quien es la diosa a la que llamas madre?

—Deméter,— Responde,— Sin lugar a dudas. Deméter estuvo contigo y me dió a luz. Ella y nadie más es mi mamá.

—Cassandra,— Dice él, seriamente,— Tu madre biologica es Perséfone.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Onde histórias criam vida. Descubra agora