Capítulo 5

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Lena


No le llevó tiempo a Lena encontrar a su hermano. Podía no tener el talento de Winn, pero J’onn era dolorosamente predecible en el mejor de los casos. Después de una eternidad juntos, Lena sabía dónde buscar.
—¿De verdad crees que este es el mejor lugar para buscar a Jake? —dijo Lena mientras entraba en la antigua casa. Un hedor a carne de conejo en descomposición saturaba el aire, y arrugó la nariz.
J’onn estaba en el centro de la pequeña habitación, solo.
—Es tan buen comienzo como cualquier otro. Verónica ha rastreado la zona y no encontró ninguna señal de el, pero no puede haber ido muy lejos por sí solo.
—Estuvo con Winn durante un tiempo —dijo Lena.
—Lo que significa que es muy astuto escondiéndose. —J’onn centró en ella con una mirada que parecía penetrar a través de las capas protectoras que Lena había desarrollado a lo largo incontables vidas—. ¿Sabes dónde está?
—No. —La mentira salió de su boca con tanta facilidad que casi se sentía avergonzado de sí misma. Pero algunas mentiras estaban justificadas—. No estoy muy segura de que debamos seguir buscándole.
—¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? —dijo J’onn, pero a juzgar por su tono de voz, era obvio que ella sabía por qué Lena había cambiado de opinión.
Se encogió de hombros.
—Quizás ya han sufrido bastante. No hay necesidad de convertir una situación difícil en una eterna.
Las comisuras de los labios de J’onn formaron una sonrisa, pero no había humor tras ella—. Creí que te había percibido allí. Tu mujer es bastante problemática.
Lena no le devolvió la sonrisa. Ella no tenía intención de espiar a Kara, pero difícilmente había sido culpa suya que su hermano se hubiera encontrado con ella, mientras que Lena le estaba siguiendo a ella.
—Puede que ella tenga razón, sabes. Estoy dispuesta a considerar la idea de que después de haber estado buscándolos durante tanto tiempo, hayamos perdido toda perspectiva del asunto.
J’onn se encogió de hombros.
—Tal vez, pero no le corresponde a ella decirlo.
—Si no lo hace ella, ¿quién lo hará?
Sus cejas se dispararon.
—No me digas que le estás permitiendo que te ablande.
—Ser «blanda» no tiene nada que ver con esto. Nosotros hemos jurado proteger a la humanidad.
—Mi hijo no es mortal.
—No —dijo Lena con una paciencia que no había pensado que tenía—. Pero su hermano sí lo es, y nosotros le provocaremos más dolor del que merece.
—Así que lo que me estás diciendo es que debería permitir que Ryder quede en libertad simplemente porque no es el único que va a sufrir, ¿a pesar de que el delito es también de Jake?
—Eso es exactamente lo que estoy diciendo.
Silencio. J’onn hizo una mueca, y la satisfacción se enterró profundamente en Lena. Su hermano había contado con su lealtad, pero esta era la única vez que no la tenía. No cuando Lena estaba seguro que aquello podría destruir su relación con Kara. Su deseo de recuperar a Jake como ciudadano del Inframundo estaba cimentado en nada más que en el orgullo y las leyes que ella misma había creado; las mismas que habían arruinado su matrimonio con Perséfone y le sometieron al dolor de la separación que los hermanos estaban experimentando. Ella conocía ese dolor demasiado bien, y era cruel hacer pasar por eso intencionadamente a otra persona.
Aunque hiriera una parte elemental de ella violar las leyes del Inframundo y permitir que Jake quedara en libertad, por lo menos esa sería su elección.
Y cuando tuvo que elegir entre hacer una excepción o perder a la única persona que le había hecho feliz en los últimos mil años, no hubo ninguna duda.
—No entiendo por qué has cambiado de opinión tan repentinamente —dijo J’onn, e incluso Lena podía oír el esfuerzo que le costó a su hermano mantenerse bajo control. Pero aunque J’onn nunca admitía una derrota, ella debe haber sabido que estaba en inferioridad numérica, y después de la pérdida que el Consejo había experimentado aquel invierno, que no podían permitirse ninguna disidencia más.
—Puede que tú no aprecies tu matrimonio, hermano, pero yo aprecio el mío. —Lena le dirigió una mirada acerada—. Respeto y honro la opinión de mi Reina. Tú y yo sabemos que no podemos reprochárselo cuando ella está todavía demasiado verde como para saber por qué tomamos las decisiones que tomamos.
J’onn le devolvió la mirada.
—Cuanto más aprenda, más responsable será de sus acciones. No podemos excusarla por falta de madurez para siempre.
—No, no podemos —dijo Lena—. Pero nadie puede discutir que Kara aporta una nueva perspectiva cada vez que necesitamos desesperadamente una.
—Tengo miedo, hermana, de que no eres la única persona disfrutando de su falta de sabiduría.
Lena tragó saliva. Su hermano no podía haber encontrado nada más doloroso que insinuar.
—Lo que ella haga con Winn durante sus seis meses fuera es su decisión.
—Y lo qué tú hagas ahora es la tuya.
—Sí —dijo quedamente—, así es. Si me disculpas.
Esperó a que ella hubiera salido de la casa antes de volver a cerrar los ojos. Cuando los abrió, estaba a seis metros de Kara y los otros, bien oculta por la maleza a su alrededor. Ella envió a un pensamiento de sondeo, sin esperar una respuesta a cambio.
«¿Winn?»
Silencio.
«Si quieres ayudar a Ryder, no me ignores».
Winn se centró en el punto donde estaba escondido.
«La cuestión no es si quiero o no ayudar a Ryder. ¿Sabes que Kara ha llamado a J’onn bastardo sin corazón?»
«Y gilipollas. Estoy muy orgullosa».
Los bordes de la boca de Winn se elevaron.
«Sin embargo te llevaste a Jake de vuelta al Inframundo».
Lena vaciló, y a través de las hojas, encontró a Kara. Se apoyó contra un árbol a pocos metros de Ryder, con el rostro arrugado y rojo y sus mejillas brillaban por las lágrimas. No la había visto tan triste desde el día en que había llegado a Midvale Menor buscando una manera de cambiar el destino.
Y una vez más, era culpa suya.
«Sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero necesito que confíes en mí».
Winn levantó una ceja.
«¿Ah, sí? ¿Y por qué debería hacerlo?»
«Porque cuidas de Kara, y cuidas de ellos. He cometido errores, al igual que tú, pero no deberían sufrir por ellos».
Pasaron varios segundos.
«¿Cómo sé que esto no es una trampa?»
«No puedes. Sencillamente tienes que confiar en mí». Lena hizo una pausa. «Me lo debes».
Silencio de nuevo, más largo esta vez. Winn miró a Kara, y debió haber visto lo mismo que Lena: la profunda sensación de pérdida, tan agónica como lo había sido para ella cuando se había enfrentado a la inevitable muerte de su madre. El hecho de que le doliera tanto cuando apenas conocía a los hermanos hizo que el corazón de Lena doliera por ella, y se recordó una vez más lo poco que la merecía.
«Está bien». La mirada de Winn se desplazó de nuevo hacia ella. «¿Qué necesitas que haga?»

Aprendiz de Diosa - la cacería (2da Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora