42. Cree

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Este capítulo léanlo con calma, sin apuros. Intenten disfrutar cada diálogo, imaginar cada reacción. Espero que les guste. 

Algunos silencios aturden

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Algunos silencios aturden.

O quizás lo que aturdían eran mis pensamientos incesantes causados por la incertidumbre. Aslan no pronunció palabra desde que comenzamos a caminar hasta que nos sentamos en el autobús.

— ¿Hablarás o necesitas que te enseñe el ma-me-mi-mo-mu?

—Terca y desesperada —sacudió la cabeza y rodó los ojos como si yo no tuviese remedio. Sacó de su bolso una pequeña carpeta y la abrió—, necesitaré que te calles, Invierno.

— ¿Disculpa? —inquirí enarcando una ceja.

Nadie tenía la potestad para decirme que me callara.

—No me interrumpas una vez que comience —tajó—. Intentarás hacerlo, así que si lo haces, te sabotearé todas las tardes en el Café. Y te sabotearé de verdad.

— ¿Al menos podrías pedírmelo por favor? Finge un poco de cortesía, te aseguro que no te matará.

Él me sonrió y volvió a poner los ojos en blanco. Me crucé de brazos a la espera de que comenzara con su discurso. Me vi tentada a interrumpirlo a propósito, pero si a veces saboteaba mi trabajo sin intención, no quería imaginármelo si se lo proponía.

—Estuve indagando y encontré varios institutos donde puedes ver clases y así finalizar el bachillerato—mencionó con la vista puesta en varias hojas dentro de su carpeta—. También conseguí los datos de algunos tutores. Puedes ver las clases por internet, así no tienes que dejar a Belén sola. Adapté todo a tu horario y a tus posibilidades. Si logras terminar el bachillerato estoy seguro que podrás optar a muchos y mejores trabajos.

Sonó conforme, como quien se enorgullece después de pasar horas investigando algo y finalmente conseguía el resultado esperado. La miel de sus ojos me escudriñó a la espera de una reacción, la cual no vino.

Mi rostro se mantuvo inexpresivo mientras procesaba sus palabras, un nudo en mi garganta y un dolor en mi pecho parecieron acrecentarse. Bajé la mirada a mis manos que jugaban nerviosas mientras soltaba un sonoro suspiro.

—Basta, Aslan —susurré—. Te dije que no te metieras en este asunto. Termina de entender que no soy un proyecto social, no necesito de tu caridad.

—No lo hago por caridad.

Mis ojos cristalizados y desafiantes se encontraron con los suyos.

— ¿Entonces por qué haces esto? —pregunté al borde de la molestia.

Las siguientes palabras de Aslan quedarían grabadas para siempre en mi memoria:

—Porque yo creo en ti, Primavera.

Me quedé atónita, con la boca abierta y las lágrimas amenazando a mis ojos para poder salir. Pero no lloraría frente a él, no de nuevo.

Él creía en mí.

Por primera vez en veinte años, alguien creía en mí.

Negué con la cabeza mientras mordía el interior de mis mejillas.

— ¿Cuándo comprenderás que soy un estorbo? —le pregunté recordando las palabras de mi propia familia— ¿Cuándo comprenderás que no soy nadie?

— ¿Cuándo comprenderás que eres todo?

Tragué con dificultad sin poder procesar del todo sus palabras. Mi pecho me dolía con gravedad, y no pude descifrar si era por sentimientos negativos o positivos. Porque sin duda, Aslan había logrado que dentro de mí se mezclaran todas las sensaciones posibles y existentes.

— ¿Por qué dices que eres un estorbo? —indagó con los ojos entornados, pareciendo preocupado.

Me encogí de hombros.

—Mi hermana solía decírmelo todo el tiempo desde que tenía edad para comprender palabras.

—Pues sin ánimos de ofender, tu hermana es una estúpida —decretó con un tono que solo me hizo soltar una risilla.

Fue cuando me reí que él suavizó su expresión e hizo lo mismo.

Cogí la carpeta de sus manos con suavidad y la guardé en mi bolso. Sabía que no tenía realmente tiempo para estudiar, y era probable que no me terminara animando. Sin embargo él se había esforzado por ayudarme, se había preocupado por mí, y lo mínimo que podía hacer era revisar todo el material que había impreso.

Mordí mi labio inferior sin saber cómo proceder.

—Gracias, Aslan.

Él pretendió no escucharme y se levantó indicándome que habíamos llegado a mi parada. Nos bajamos y comenzamos a caminar en silencio, esta vez simplemente disfrutando de la compañía del otro. Creo que todavía mis mejillas estaban sonrojadas por sus palabras.

Una vez llegamos a mi portal, nos miramos con incomodidad evidente.

—Bueno —aclaré mi garganta después de varios segundos—, gracias por acompañarme y por... ya sabes, todo.

Aslan guardó las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Siempre a la orden, Invierno.

— ¿Siempre? —enarqué una ceja.

Sonrió y rodó los ojos.

—Siempre.

Tragué fuerte mientras sentía una calidez incómoda en mi rostro. Saqué mis llaves del bolsillo y él se giró para comenzar a caminar en dirección contraria.

Mis ojos se clavaron en su espalda, en su cabello usualmente desaliñado, en su caminar descuidado.

Escondí un mechón de cabello detrás de mi oreja intentando descubrir cuáles eran mis sentimientos hacia él. De lo que estaba segura era que cada vez la sensación en todo mi cuerpo era mucho más intensa.

Aslan se detuvo y se giró hacia mí. Ahora tenía el ceño fruncido y los labios apretados.

— ¿Sabes qué? No —tajó, caminando de nuevo en mi dirección con rapidez—. Ya me cansé de pretender que no está pasando nada.

— ¿De qué hablas?

—De que me estoy volviendo loco por ti, de eso hablo.

Sin más, llevó sus manos a mi rostro y fundió sus labios con los míos.  

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Nota de Autor: No tengo nada qué decir, solo espero les haya gustado aunque dejara el cap hasta ahí. Llegamos a los 600 votos, y no sé cómo agradecerles. Son lo más. Besos y abrazos.❤

❤

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Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora