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-¿De verdad que a tu familia le da igual?

-Keith. Si, les da igual. No quieren que la casa esté sola, y les da igual que me traiga a un amigo.

-Ah, eso soy. Un amigo.

-Vale, mi follamigo. - el coreano alzó una ceja desaprobando el mote. - Es broma tío. - se acercó a él y este le dió la espalda.

- Que te jodan.

-Mi novio. Mi precioso novio. -murmuró cerca de su oído. Keith sonrió de forma minúscula, aún así Lance se dió cuenta y besó de forma sonora su mejilla.

-¡Auh! -dijo apartandolo de él al oir el chasquido de sus labios contra su piel.

-Mi gatito.

-Gilipollas.

Se hizo tarde, y la costa de Varadero se había vuelta más bonita que nunca.
El sol se posaba en el mar, y el mar parecía tener un recorrido hacia un Reino dorado y brillante.
Lance y Keith estaban en la casita de la familia McClain. Estaban en el porche, tumbados, o más bien inclinados, en la entrada, en la zona de la arena. Vamos, que estaban en la arena con dos toallas viendo el atardecer.

-Esto es genial Lance. -ambos estaban sin camiseta, mirando aquello. Lance con sus gafas de sol de seductor.

-Lo se. El atardecer aquí es un tesoro.

-Vaya si lo es. - Keith se sentó cruzando sus piernas, observando aquello. -Bendita Cuba. -susurró.

-Bendita Corea. - Lance se quedó mirándolo. Keith le dirigió la mirada y se echó a reír. Keith riendo era sinónimo de azúcar. Era tan dulce, tan tierno...

-Exagerado.

-No he exagerado ni una sola sílaba de lo que he dicho. -con una sonrisa se acercó a él. -Ni una.

-Te odio.

-Y yo a ti. Más.

-¿Por qué eres tan cursi? -dijo con una sonrisa un tanto dulce.

-Porque me obligas.

-Mentiroso de mierda. -dijo sonriendo, estirando su mejilla. Sonriendo le puso la mano en la cara y se levantó.

Ya era tarde. Hora de dormir chicos.
Keith le dijo que podría dormir en el sofá, que no quería usurpar la cama de sus primos y sobrinos, pero Lance se negó.

-No vas a dormir en el sofá Keith.

-¿Y donde voy a dormir?

-Eh, ¿conmigo? - si vierais la cama...
No, no era de matrimonio no mucho menos. Era relativamente pequeña, teniendo en cuenta que es para dos chicos mayores, desarrollados y en fin, grandes.

-No cabemos.

- Que si. -decía el cubano mientras cambiaba las sábanas.
Se metió dentro y le indicó que le siguiera.
La luz de la noche se colaba a líneas por la persiana, y hacia una brisa de lo más agradable.
Era el paraiso, sin duda.
Keith no dejaba de mirar a Lance.

- Has conseguido que me enamoré de Cuba Lance. Y pensar que tu una vez te viniste una semana entera... ¿no pensaste en quedarte?

-No. Tu no estabas aquí. -hablaban en susurros, y eso que estaban solos. Keith sonrió en un suspiro. Notaba el aroma de las sábanas adherirse a su piel y meterse en los adentros de su nariz. No se le olvidaría aquel aroma tan fácilmente.
Era Lance. Olía a Lance.

-Lance...

-¿Si?

-Gracias por esto. -murmuró abrazandose a él. Keith era la cuchara grande, lo siento.

-No me las des. Ahora Cuba está por y para ti. -Lance se giró y beso su boca. -Sólo para ti. Cuba es tuya. - Keith se dejó llevar por los besos y acabó dormido abrazado a su cubano. A Cuba. A la arena, al mar, a las olas y el chocolate si hacía falta.
Se quiso fundir en las noches sentados en la toalla junto a Lance, en su voz tocando la guitarra, en su risa de niñato y en el hoyuelo que le salía en la mejilla izquierda cuando sonreía por que Keith le insultaba o le amenazaba.
Quiso quedarse en Cuba. En esas sábanas. En esa cama. En el aroma de la cama. En Lance.

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[💜 Nota de la autora porque puede y porque quiere oír a los lectores(?) :
Si queréis segundas partes de algún One Shot de los publicados, comentarlo y lo tendreis. 💜 ]

klance «One Shots» [Voltron]Onde histórias criam vida. Descubra agora