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Todos y cada uno de los invitados se ocultaron por ordenes de Matteo, Anna estaba por llegar junto a Ámbar.

—Todos se ocultan y gritamos cuando se abra la puerta y encienda la luz, ¿entendido?—Habló Matteo.

—¡Si!—Respondieron a coro.

—No—Dijo un chico oculto.

—Nunca entiendes Gastón, pero haz un esfuerzo—Dijo Matteo sonriendo al reconocer su voz.

—Dale, estoy listo—Dijo Gastón desde su lugar.

Escucharon como la llave entraba en la puerta de la entrada principal. Guardaron completo silencio. Anna se adentró en casa dando pequeños pasos pues le era imposible caminar con la poca luz que había.

—¡Sorpresa!—Gritaron en cuanto se encendieron las luces.

—¿Qué es todo esto?—Pregunto confundida. Sin sonreír.

—Feliz cumpleaños hermanita—Habló Matteo acercándose a ella.

—¿Quién te dijo que quería una fiesta?—Preguntó alzando la voz—No, yo... no puedo—Dijo corriendo escaleras arriba.

Los invitados se limitaron a comentar, estaban igual de confundidos que Matteo y su madre. El chico salió corriendo inmediatamente detrás de ella, Luna siguió sus pasos.

Tocó la puerta al llegar a su habitación, más no obtuvo respuesta de su hermana durante minutos.

—Anna, por favor... tenemos que hablar—Dijo Matteo al otro lado de la puerta.

—No quiero verte—Respondió.

—Yo lo arregló—Susurró Luna evitando que Anna escuchara—Ve con los invitados y diles que todo está en orden, yo me encargo de Anna.

Matteo asintió con la cabeza y volvió a bajar para continuar con la fiesta. Subió un poco la música y comenzaron a repartir los refrigerios.

—Anna, soy yo, Luna—Habló la chica—Sé que tenemos muy poco tiempo de conocernos, pero quiero que me digas que es lo que pasa, claro, si quieres hacerlo.

No recibía respuesta de Anna, resignada camino por el pasillo dispuesta a bajar y dejarla sola.

—Luna espera...—Dijo Anna al abrir la puerta—Creo que si me vendría bien hablar contigo—Se limpió las mejillas retirando las lagrimas que habían caído.

Ambas chicas entraron en la habitación, se sentaron en el borde de la cama y comenzaron a charlar.

—¿Que ocurrió que te puso tan mal?—Se atrevió Luna a preguntar.

—Tuve un mal día, nadie sabe como me siento. Sé que Matteo y todos ustedes hicieron todo esto con todo su cariño y de verdad lo aprecio. Es tan solo que... ya no aguanto más, estoy cansada de darle lastima a la gente, de no sentirme suficiente, ¿Lo entiendes?

—Claro que nadie te tiene lastima, hicimos todo esto porque te queremos, de verdad.

—No lo digo por ustedes... hay, hay un chico, se llama Damian, y llevo años enamorada de él. Desde los ocho años, cuando éramos niños el parecía sentir lo mismo, pero después está enfermedad llegó y nos alejamos, lo vi más distante, y... hace poco tiempo volvimos a hablar. Luna hoy intentó besarme y... yo salí corriendo. No quiero ilusionarme o ilusionar a alguien más, sé que no voy a curarme—Dijo rompiendo en llanto—Yo no puedo soportar la idea de tener que dejar todo esto.

—Entiendo perfectamente como te sientes, pero debes saber que nadie elige la vida que nos toca. Vas a curarte, estás en manos de los mejores doctores y te aseguro que vas a salir de esta. Si ese chico intentó besarte no creo que haya sido por lastima, eres preciosa, hermosa, muchísimo, ¿Por qué no le das la oportunidad? Tienes motivos para vivir, empezando porque tienes una madre hermosa y bueno... también un hermano un poco raro pero apuesto—Sonrió—Me tienes a mí, que quiero que me veas como más que la novia de tu hermano, quiero que me veas como una amiga a la que le puedes contar todo. Y por supuesto... ese chico que seguro te quiere muchísimo como todas las personas que están allá abajo esperando por ti.

¿Jugamos a ser novios? ; LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora