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Desde el ataque Isabelle había sido obligada a quedarse en Hogwarts, y por ende el ministerio había decidido usar a un auror que parecía cuidar de las instalaciones y los estudiantes, pero la verdad era que solo estaban ahí para no hacer el trabajo sucio que tenían los otros y eso era tener que estar en redadas y pelear contra los grupos rebeldes que seguían a alguien que se había apodado como el Gran Maestro. Isabelle miraba con atención a uno de esos aurores que solo estaba ahí observando a cada lado esperando que algo pasara, ella bufó molesta al verlos tan tranquilos mientras todos los estudiantes estaban asustadizos.
La pelirroja se levantó de su asiento y caminó hacia la salida, pero entonces una mano en su muñeca interrumpió su caminata, se dio la vuelta y observó a una castaña con el uniforme de Hufflepuff, recordaba haberla visto con Albus.
— ¿Eres Isabelle? —preguntó en un susurro la chica, la pelirroja asintió— P-podrías entregarle esto a Albus.
— ¿Por qué no se lo das tu misma? —preguntó Isabelle con una sonrisa en su rostro, la castaña se sonrojo y bajó la mirada avergonzada.
— Es que... es un tonto y no quiero verlo y...
— Todos los Potter son así. —interrumpió y la chica asintió, tomó el pergamino de su mano y lo guardó en el bolsillo— Aunque si es Albus de quien hablamos es dudoso, quizá James se lo pego.
Ella comenzó a reír. — Gracias.
La pelirroja asintió y se alejó de la castaña, había escuchado a Lucy sobre una chica de su propia casa que estaba saliendo con Albus pero que este último era muy ciego y torpe como para darse cuenta de sus propios sentimientos y no se animaba a ser algo más y los últimos días del año escolar pasado ambos habían peleado por culpa de él. Como Isabelle había dicho: Los Potter son tontos.
Y quizás esa era la razón por la que Isabelle no había hablado con James, en la fiesta de Harry Potter ella dijo que no regresaría a Hogwarts porque ese no era su lugar, por supuesto que él se molestó y ambos dijeron cosas que, actualmente, parecían una estupidez, Roxanne sintió un gran retroceso a todo luego de aquella pelea y aun que ella mismo había hablado con su primo, este se negó a escucharla. Aun que Isabelle haya llegado hace una semana ninguno se hacía caso.
La chica soltó un suspiro y maldijo de nuevo al castillo cuando se perdió, al menos los pasillos del castillo lucían menos congestionados, había toque de queda por seguridad de todos y cuando las clases terminaban algunos preferían ya mejor ir a sus casas a descansar o hacer tarea, incluso la biblioteca se había quedado casi vacía a causa del toque de queda.
Llego hasta el tercer piso y giró por el pasillo, pero se detuvo a medio camino, una silueta estaba parada en medio del pasillo, lentamente esa comenzó moverse e Isabelle también lo hizo, había aprendido que no todas las sombras podían mostrar una muerte, algunas solo buscaban aferrarse a algo vivo.
