Capitulo 1: Las penas de un corazón incompleto

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No quería poner un pie en este lugar, no quería volver al lugar donde entregué mi corazón, y aun que ella no lo haya recibido, de toda formas se lo había llevado.

Marcos caminaba a mi lado, saludando a todo aquel que pasará por su lado, Marcos era conocido en todo el colegió, por alumnos y profesores. Y no era para menos, mi mejor amigo era la persona mas noble que alguna vez pudieras conocer, era de ese tipo de persona que si no tenias almuerzo te regalaba la mitad del suyo, era un gran sujetó, y yo estaba orgulloso de poderlo llamar hermano, aun que no compartiéramos sangre.

—Bueno... Llegó el momento de separarnos — Murmuró al llegar a su salón, Marcos y yo cursamos el mismo año, pero mientras yo ocupaba el aula E3, Marcos era de la E1 y para mi actual desdicha con quien si coincidía, era con Natasha — ¿vas a estar bien? — preguntó.

— la verdad, no creo estar listo para verla — confesé mirando el cúmulo de gente entrando al aula E3, la mía.

— Lo estarás — aseguró.

Asentí, aun que yo no apostaría por eso. Pero tarde o temprano tendría que enfrentarla, no podía pasarme la vida huyendo, ya lo había echó toda una semana.

Me despedí de Marcos y me dirigí al aula, llegó el momento Noah.

Caminé con la cabeza gacha, no me atrevía a levantarla y toparme con sus ojos, no soportaría ver despreció en ellos. Cobarde.

Tarde poco, y tropecé con algunos compañeros, pero al final y luego de un par de quejas, llegué a mi puesto, y jamas estuve mas agradecido por ello, era estúpido, pero en ese lugar me sentía un poco mas seguro.

Me mantuve con la cabeza gacha, y supliqué por que ocurriera un milagro, y de alguna extraña forma la escuela fuera suspendida. Huracanes, tornados, hasta el fin del mundo era bienvenido si lograba sacarme de aquí, pero nada de eso ocurriría, y lo inevitable terminara pasando, voy a ver a Natasha Well hoy.

Suspire. Los gritos y carcajadas de mis compañeros se colaban en mis oídos, esto no era nada nuevo, pero este día sus voces, sus risas me causaban repulsión, como ellos podían ser felices mientras yo era miserable.

¿Es que no lo ven?¿acaso no notan el dolor ajeno?,¿ no ven que mientras ellos ríen, yo pierdo parte de mi?.

Esas preguntas golpeaban mi cabeza como gotas de lluvia que golpean el concreto una tras otra.

Entre la lluvia de preguntas que inundaba mi mente había una que me hizo reflexionar, "¿cuantas veces yo había echó lo mismo?".

Esa pregunta fue la que opacó todas las otras e hizo que un sabor amargó se alojará en mi boca, yo también lo había echó, había ignorado el dolor de mis compañeros durante toda mi vida y sólo cuando era a mi el que le tocaba sufrir, me hacia consciente de ello.

Era un egoísta que no era capaz de ver mas haya de sus problemas, sentí odió hacia mi persona, ¿como pude ser tan ciego?, todos sufren y cada uno enfrenta sus problemas, yo también debía hacerlo, si Natasha lo hace yo también puedo.

Levante la vista, listo para enfrentar a la vida con una valentía naciente en mi.

Recorrí el salón con la vista, Vi diferentes rostros compañeros, algunos sonrientes otros no tantos, pero todos estaban ahí enfrentado sus problemas, enfrentándose a la vida.

Sentí una especie de admiración hacia todo ellos, eran fuertes, valiente, yo también lo sería, enfrentaría a la vida con uñas y dientes si era necesario, estaba decidido no volvería a huir.

Vainilla, el olor me invadió todo mi ser. Casi sin querer mi mirada término desviada hacía la única entrada del aula donde un par de ojos cafés me veían con asombro.

No sabría especificar que expresión tenía yo justo ahora, pero cual quiera que fuera hizo que sus ojos abandonarán los míos y se centrarán en cualquier otro punto de la habitación.

Me sentí débil como si una parte de mi me acabará de rechazar, como si me negará, esa parte de mi que ella se había llevado ahora se negaba a volver conmigo. Era de ella siempre lo había sido yo solo se lo estaba guardando para el día que ella lo decidiera aceptar, pero ahora que se marcho esa pieza de mi corazón decidió irse con su dueña dejándome incompleto.

Sabía que esta seria las consecuencia de mía actos, pero no imagine el dolor que un solo rechazo de su mirada podía causar en mi incompleto corazón, nunca pensé que el dolor de su ausencia, seria mayor que la opresión que sentía antes de mi declaración.

No. Si lo sabia, pero me aferre a la esperanza y ahora como mi corazón, mi esperanza estaba rota.

En El Amor Y La Guerra, Si Hay ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora