67. Papá

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— ¿Entendido? —Le pregunté a Belén, que estaba sentada a mi lado mientras esperábamos a Invierno

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— ¿Entendido? —Le pregunté a Belén, que estaba sentada a mi lado mientras esperábamos a Invierno. La niña asintió.

—«Cachonda» es una mala palabra y no puedo decirla frente a mami.

—Excelente —alcé la mano para que chocáramos palmas, y ella correspondió el gesto.

— ¿«Mierda» también es una mala palabra?

Abrí los ojos exageradamente y volteé hacia todos lados esperando que Invierno no estuviese cerca. Una vez en la cafetería le expliqué a Belén —cuando su madre me obligó a hacerlo— que no debía usar esa palabra.

— ¿De dónde la has escuchado, Belén?

—Tú siempre la dices cuando estás en la computadora.

Mierda.

Primavera me va a matar.

—Desde hoy no debes repetirla, pequeño terremoto. Ahora, ¿podrías guardarme el secreto y no contarle a tu mamá que digo malas palabras?

Belén asintió y le sonreí. Se levantó y extendió sus brazos para que la sentara en mis piernas, así que eso fue lo que hice.

—Señor Robot, todos mis amigos tienen papás. ¿Por qué yo no tengo?

Contuve la respiración. Esa pregunta nunca la vi venir, y a decir verdad no sabía cómo responderla sin causarle un trauma a la niña, o sin la aprobación de Invierno. Solo ella sabía la explicación —o la excusa— que le tenía a Belén sobre su padre, que era todo un desgraciado.

— ¿Qué te ha dicho tu mamá sobre él?

—Que se fue muy lejos y no va a regresar.

Me miró con el mismo ceño que formaba Invierno cuando no comprendía algo.

—Cuando seas más grande vas a comprender que a veces para ser feliz, lo mejor es que algunas personas se vayan para siempre. Incluso si esa persona es tu papá.

Belén me miró pensativa. No sabía si a su edad podría comprender su situación o lo que intentaba explicarle. No era muy fanático de los niños, ni siquiera sabía a qué edad comenzaban a hablar o a leer. Era un mundo completamente nuevo para mí.

Sentada en mis piernas, rodeó mis costados con sus pequeños brazos y apoyó su cabeza en mi pecho.

— ¿Así se siente salir con un papá?

Algo se revolvió dentro de mí, y sin duda logró encandilarme tanto o más que su madre. La abracé también y sonreí para mis adentros. No sabía cómo responderle a eso sin Invierno presente, dado que cualquier cosa que dijera podría ser importante para Belén y su concepción de familia.

Además, conociéndome, podía arruinar la situación.

Primavera me aniquilaría si eso llegase a ocurrir.

—No sé si con un papá —respondí—. Pero así se siente el calor familiar.

—Pero tú no eres mi familia. Tienes que casarte con mami primero.

¿De dónde ella sacaba todas estas cosas? La última vez que revisé, Dora La Exploradora no hablaba sobre estos temas.

—A tu familia también la puedes escoger, ¿lo sabías? Pueden ser las personas que quieres mucho.

Belén echó la cabeza hacia atrás para mirarme, de nuevo con el mismo ceño de su madre.

—Entonces yo te escojo para que seas mi papá.

Sip. Definitivamente Primavera me va a matar. No quedará nada de mí.

Me reí un poco, sintiendo un nudo de incomodidad ante la situación. Tenía el legítimo derecho a sentirme un poco abrumado ante aquello.

—Creo que mejor le consultamos a tu mamá primero. ¿De acuerdo? Por cierto —chequeé la hora en mi reloj y mis cejas se hundieron—, está tardando más de lo normal.

¿Qué le estaría tomando tanto tiempo? 

Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora