75. Principito

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Capítulo 4/4 del día.

ÚLTIMO CAPÍTULO. Dedicado a quienes creyeron en esta historia desde el día 1. Gracias.

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—...que los cumpla Primavera, que los cumpla feliz —cantaron todos al unísono. Acto seguido, soplé las velas del pastel que me había regalado Diego.

Casi todos mis cumpleaños los había pasado sola, hasta que me mudé a la capital, donde comencé a entablar relaciones de amistad.

Pero éste cumpleaños era más que especial para mí porque me sentía plenamente en familia.

Diego había abierto una nueva cafetería de la cual se encargaba Catalina. Yo fui promovida, quedando como encargada del Café Porteño. El sueldo era considerablemente mejor y tenía un poco más de tiempo y energía para estudiar.

—Nosotros ya nos vamos —anunció Teresa cuando se hizo tarde—, Facu y yo tenemos a una cena con sus padres. Feliz cumpleaños, pequeña —se acercó a mi oído para susurrar algo que nadie más escucharía—. No llegaré esta noche así que cuando Belén se duerma, puedes usar mi habitación para que celebres con Aslan. Ya sabes, chaca chaca.

Solté una carcajada y le di un golpe en el hombro para que se dejara de tonterías. Sin duda ella no tenía remedio.

Poco después, Cata y Diego se acercaron para despedirse también. Ella fue a pedir el elevador mientras Diego se despedía de mí.

En caso de que se lo estén preguntando. Sí, Cata y Diego estaban saliendo ahora. Eran de esas parejas «casuales» que solo se visitaban de noche, pero estaban comenzando la etapa de ampliación de derechos y obligaciones.

—La semana que viene no estaré en la ciudad, Prim. Dos de mis mejores amigos del colegio se casarán. Así que te dejo encargada de absolutamente todo. Confío en ti. Nada de regalarles medialunas a los clientes —entornó los ojos.

— ¿Ya te enteraste? —me reí.

—Siempre lo supe. Sé que darle medialunas a tu noviecito te concedió un poco de felicidad. Pero no más.

—Lo sé. Lo siento, jefe.

Cuando se fueron, me quedé solo con Belén y Aslan en casa. Era hora de mi tradición de cada cumpleaños, así que le pedí a mi pequeña que me esperara en la habitación mientras buscaba El Principito para leerlo juntas.

Bueno, ahora con Aslan.

Cuando tuve el libro en mis manos, Aslan se acercó a mí con curiosidad y me lo pidió. Lo examinó con cuidado y me miró con el ceño fruncido.

— ¿Dónde conseguiste este libro?

Me pareció extraña su pregunta, pero no me molestó contestarle.

—Me lo regaló un niño en mi onceavo cumpleaños. Bueno, no me lo regaló exactamente. Intentó lanzarlo a la basura, y cuando quise devolvérselo me dijo que no lo quería, que yo me lo podía quedar. Así que lo hice, y desde entonces lo leo en cada año.

Un beso por medialunas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora