34 VECINOS DE QUIRÓFANO

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Mientras Janet pone el grito en el cielo al enterarse que su hija quería ser donadora de sangre para Salomón, en dos quirófanos cercanos atendían a dos hombres que habían sido amigos, casi hermanos... y que por razones del destino ahora se odiaban a muerte.  Los dos luchaban por sobrevivir pero todo estaba en manos de los doctores y de Dios.  Una pared de concreto los separaba... 

Acerquémonos al quirófano donde se disponían a intervenir quirúrgicamente a Mario Murillo.

--Colapso pulmonar por herida de arma blanca... -dice una de los residentes

--Así es, Raquel.. y aunque el trabajo que hizo el paramédico en la ambulancia fue perfecto, no fue suficiente pues la herida es demasiado grande -contesta el cirujano- tengo que operarlo.

--Todo está listo... el paciente ha respondido a la anestesia... la presión arterial está controlada.

Rezaron un padre nuestro y se encomendaron a Dios.

La cirugía inició.



Al rededor de quince minutos después iniciaban las intervenciones de Salomón Preys.

--Ha perdido mucha sangre, colega.. no creo que la libre, y aparte hay otro inconveniente...

--¿Cuál?

--Es AB negativo.

--Ay noo.. no puede ser... creo que solo quedaba una bolsa de reserva.

--No creo que con una bolsa sea suficiente -dice una de las enfermera.

En ese momento entra otra enfermera con buenas noticias.

--La hija del paciente está donando... es cien por ciento seguro que son del mismo tipo.

--Excelente... usted vaya por lo que hay de reserva y en cuanto tengan la recolección de la hija la trae de inmediato.

En el quirófano de Preys había más del doble de personal médico que con Murillo pues eran varias intervenciones quirúrgicas las que tenían que realizar.

También oraron y luego se encomendaron a Dios para después iniciar las varias cirugías.


****

En los cubículos donde Sally iba a donar su sangre, Janet reñía con ella para que no lo hiciera.  

--No voy a permitir que le salves la vida a ese desgraciado  -decía la madre.

--Es que ya lo he decidido, mamá... suéltame!!!!

La enfermera Molly miraba la escena sin decir nada.

--No lo harás... déjalo que se muera... ojalá se muera!!! -insistía Janet.

--Es que yo no quiero que se muera -afirmó la chica- mirando al piso.

--No entiendo como puedes decir eso... Pasé mucho tiempo buscándolo para que nos ayudara económicamente y cuando por fin el destino nos acerca, ¿qué hace?  ¡¡¡te secuestra y te hace daño!!!  El muy infeliz fue capaz de golpear a su propia hija... mira... mírate... -Janet estaba descontrolada.

Pero no había nada que cambiara de opinión a Salomé... era terca en sus decisiones.

--Vamos... estoy lista -le dijo a Molly.

Las dos entraron a un cubículo pequeño y Sally se sentó en una silla.  La enfermera sacó una pequeña jeringa y extrajo una mínima cantidad de sangre y la colocó en un recipiente.

Mario y... ValentinaWhere stories live. Discover now