4.- Caja de sorpresas (*)

99.1K 5K 909
                                    

Montserrat.

Una semana exactamente había trascurrido desde el último encuentro que había tenido con Jack, y lo cierto es que una parte de mí estaba verdaderamente agradecida con eso. Eso no significaba que su presencia me resultara desagradable, simplemente que, teniendo en cuenta lo que había ocurrido entre nosotros, lo más sensato era guardar distancia.

Suelto un suspiro de alivio en cuanto noto que he terminado todo el trabajo que tenía que realizar, una de las tantas cosas que conllevaba ser la dueña de un estudio de moda era todo el papeleo que tenía que realizar, la infinidad de diseños que tenía que revisar entre otras cosas que al final del día, hacían que terminara totalmente agotada.

A mis casi veintitrés años había conseguido crear mi propio estudio de moda, fui privilegiada al contar con el apoyo de mis padres y empezarlo mucho antes de graduarme de la universidad, y gracias a eso, ahora puedo decir que el estudio de moda Lewis, anda a toda marcha.

En cuanto coloco un pie fuera del edificio, inmediatamente me detengo. Un coche que se me hace demasiado familiar se encuentra estacionado justo a unos pasos de distancia, y su propietario se encuentra cómodamente apoyado sobre la puerta del piloto.

—Hola—. Me quedo en mi lugar, una sonrisa ladeada aparece en su rostro en cuanto ve que no respondo a su saludo.

—¿Qué haces aquí? —No puedo evitar el tono de molestia en mi voz.

—Bueno, ya que me has dado la dirección de un edificio en donde no vives, creo que tenemos una cita pendiente—. Resoplo ¿este hombre no se cansaría nunca?

—Jack ¿Por qué no te das por vencido de una buena vez? —inquiero con fastidio—. De verdad, ya te dije que no quiere tener nada que me involucre contigo, pero tú me estás haciendo el trabajo difícil.

—Vamos Montse ¿Tan malo es que solo quiera conocerte? —pregunta con inocencia. Casi quiero darle un golpe en la cara para que quite ere adorable gesto que me está haciendo más difícil el trabajo de mantenerme lejos de él.

—Ah, ¿sí? ¿Conocerme? A mi más bien se me hace que quieres que terminemos enrollados como la otra noche, pero, para tu mala suerte campeón, eso no va a ocurrir otra vez.

—Dios mío ¿Por qué eres tan arisca conmigo? Solamente quiero que salgamos para conocernos ¿Tan malo es? — cuestiona, la impaciencia es completamente notable en su voz.

—El problema aquí es que yo no quiero tener nada que tenga que ver contigo Jack ¿A caso no entiendes? —cuestiono sintiendo como mi paciencia comienza a llegar al límite—. Por favor, deja de insistir.

No le doy tiempo para responder, aferro mi agarre a mi bolso y comienzo a caminar por la acera. Ruego internamente que no me siga, que no se le ocurra hacerlo, pero al parecer mis plegarias son ignoradas ya que, tras transcurrir solo unos pocos segundos de haberle dado la espalda, siento un agarre firme alrededor de uno de mis brazos.

—Montse, por favor —pide—. Una cita más y ya.

—Según recuerdo, dijiste que si aceptaba comer contigo me dejarías en paz. Cosa que no has hecho —señalo—. Y por lo que veo, no planeas hacer.

Él sonríe.

—Que puedo decir, soy un hombre perseverante —dice.

—Solo ésta vez y promete que me dejarás en paz —condiciono.

—No puedo prometerte eso Montse por...—Él detiene sus palabras en cuanto nota que hago el ademán de girarme.

¿Por qué rayos exijo algo que sé de sobra que no va a cumplir?

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora