ii. x

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I'm sorry...

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Isabelle abrió los ojos y se encontró con una chimenea frente a ella, se removió un poco pero sintió sus manos pesadas al intentar moverlas, ahí estaban unas pulseras doradas en sus muñecas, intento quitárselas pero comenzó a arder en su piel provocando que se queje, se levantó y observó el lugar gracias las llamas de la chimenea eran lo único que iluminaban el lugar no pudo ver que era el lugar donde se encontraba, con sus manos comenzó a tocar las pequeñas superficies hasta que sintió otra vez ese ardor en sus muñecas.

— Veo que te has despertado. —la chica se dio la vuelta y observó a la mujer de sus pesadillas, ella sonrió y camino hacia ella— No nos hemos presentado oficialmente, Aneska Baráth.

— ¿Dónde estoy?

— Oh, no seas mal educada, Izzy. —sonrió la mujer y con un movimiento de mano el lugar se ilumino, mostrando una biblioteca, Isabelle miró todo a su alrededor y frunció el ceño al sentir aquel lugar tan familiar— Ven, acompáñame y siéntate a mi lado.

— ¿Por qué lo haría? —la sonrisa que Aneska tenía en su rostro se borró y el aliento de Isabelle comenzó a fallar.

— Harás lo que te diga, aquellas pulseras evitan cualquier tipo de magia y matarte es mucho más fácil, si coperas vivirás un poco más. —Isabelle tomó una bocanada de aire y se levantó del suelo sintiendo otra vez el ardor— Además quiero contarte una historia.

La pelirroja se levantón con cuidado y volvió a mirar todo a su alrededor, cuando su vista se posó en un libro se dio cuenta de donde estaba, la vieja casa de la familia Bennett, había sido dejada de lado luego de la muerte de sus abuelos, según su padre esta había sido ocupada por uno de sus hermanos, pero aquí estaba ella junto a aquella mujer, conocía esa casa como la palma de su mano, la mujer se levantó y caminó hacia una pequeña mesa donde habían varias botellas, la pelirroja aprovecho para tomar un pequeño objeto de la mesa, aquel recuerdo que su abuela tanto amaba.

— Aun no te sientes bien, quédate ahí. —Isabelle caminó con cuidado hacia donde ella y levanto su mano, pero esta se detuvo en el aire— Tan patética, Ferenc quería tratarte como una princesa, pero yo no voy a tener tanta paciencia.

Isabelle sintió como las voces atacaban de nuevo hasta hacerla caer al suelo, la mujer soltó una carcajada cuando la vio así, con un chasquido de dedos unas cuerdas se enrollaron en el cuerpo de Isabelle deteniendo el proceso las voces de su cabeza, la puerta se abrió y un hombre con cabello negro y traje entraba por la puerta.

— Siempre tan hospitalaria, hermana. —la pelirroja desvió la mirada y rodó los ojos— Que gesto tan mal educado, te dejare pasar esta vez, solo si cooperas.

— No hare nada por ti.

— Error. —sonrió e Isabelle supo que ese solo era el principio.


Anchor ➳ James Sirius PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora