Capitulo 1

401 51 5
                                    

Todo médico tiene algo que le hace ser mejor. Un caso que lo marca desde lo más profundo y que sin poder evitarlo esa pequeña marca siempre estará ahí, puede que recordándote tus logros, o simplemente tus errores.

¿Cómo debería catalogar yo este caso? Nunca pensé ver algo así. Nunca pensé que fuera posible, pero cuando vi tal mejoría no pude evitar pensar que los milagros existían o tan sólo, se trataba de otra cosa.

Septiembre, 2018

La oficina estaba silenciosa. No se esperaban pacientes, pero ese día, el doctor Tom un espléndido psiquiatra y maestro en la facultad de medicina esperaba a alguien especial.

Miro una vez más el expediente en su escritorio, no sabía que estaba pensando, su decisión puede que afectaría en gran parte sus méritos como médico o puede que afectara otra cosa, pero ya no tenía de otra, tenía que aceptarlo. Necesitaba ayuda con el caso que lo atormentaba desde hace años.

Ese caso que no le dejaba dormir por las noches y que hasta el son de hoy ni siquiera tenía un diagnóstico fijo.

Agresividad.

Falta de empatía.

Depresión.

Posible psicopatía.

Demasiadas opciones, pocas descartadas.

Suspiro. El tenía muchos años en el campo, era un psiquiatra excepcional, pero incluso el contaba con ese pequeño talón de Aquiles. Un caso que el no podía resolver y posiblemente nadie podría o eso quería pensar.

El había tratado con psicópatas, suicidas, enfermos esquizofrénicos, de todo, pero aquel caso era más difícil que cualquier otro.

Primero pensó: Es sólo una niña que quiere llamar la atención

Luego pensó: No muestra emociones, ¿por qué es tan cerrada?  ¿Qué es lo que esconde?

Después siguió pensando: ¿Que la impulsa a ser tan agresiva?

Y finalmente llego a la conclusión de que no podría el sólo descifrar que pasaba por esa cabeza.

La mente de Alexandra gilbert, parecía uno de esos rompecabezas incapaces de completar. Ella no daba indicios, tampoco hacia referencia a algo que pudiese ayudar a su recuperación o a sacar un posible diagnóstico.

Lo único que podía asegurarle la chica al doctor -Pues ella lo había "revelado"- era su supuesta carencia de empatía.

El doctor Tom Roberts la había tratado desde los ocho años después de que la madre de la criatura había venido a suplicarle que hiciera algo, pues la pequeña demostró un comportamiento fuera del usual desde su nacimiento y que con los años se fue agravando.

La primera consulta, sólo dejo al doctor más inquieto que de costumbre. Delante de el en ese sillón donde se sentaban sus pacientes aún podía verla. Era una niña algo gordita, de cabello largo que le cubría la cara, había ido a su consulta con un vestido blanco y apenas se quedo a solas con el se acurrucó en el sillón abrazando sus piernas cohibida y recelosa dándole una mirada escalosfriante al doctor.

Lo que más le llamo la atención de la niña eran las numerosas vendas de sus brazos y el que tuviese los nudillos destrozados.

Pasaron once años desde entonces. Once años en los que el vio esa niña crecer, convertirse en mujer y seguir de la misma manera. Lo único que cambiaba era su forma de aislamiento.

Primero era el no hablar, con los años comenzó a manipular y a contestar de una forma que sólo dejaba más dudas en vez de aclararlas.

Muchas veces quiso darse por vencido, pero la madre de la joven Madeline, era una doctora buena amiga suya, al igual que el padre de la joven. Le debía muchos favores a esos dos y al menos quería poder decir que ayudaría a esa chica a ser una persona normal, por mucho que ella no quisiera ser ayudada.

•Save Me•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora