No te vayas de mi lado 《Parte 2 de Vuelta a la vida》

Capítulo 38 (Betty)

Después de bañarme, me metí directamente en la cama. Estaba muy cansada.

 Me había pasado el día ultimando detalles del viaje, y buscando, hasta en los pueblos aledaños, la cajita de plata para Jughead. La encontré en una tienda donde hacían todo de plata, a 3 pueblos del mío. Quizás ya encontró el sobre y estaba leyendo la carta que le escribí. 

Tenía una necesidad grande de oír su voz, preguntarle que le había parecido el poema, pero no quería molestarlo. Era el día previo al viaje y debía estar muerto de cansado. Sabía por Iván, que me llamó hace un momento para preguntarme unos números de teléfono, que habían terminado tarde de entrenar, así que lo más probable, es que estuviese durmiendo ya. 

Apague la luz de mi velador y en lo que estaba empezando a dormirme escuche un silbido. Pero no cualquier silbido, era el que hacía Jughead cuando estaba bajo mi ventana. 

¿Podría ser que haya venido? No creía que sea posible, pero aun así me levanté de la cama para ir hasta la ventana.

La alegría de verlo ahí abajo llegó hasta mi estómago, donde las mariposas comenzaron a agitarse ante su presencia. Le sonreí y le hice una seña para que subiera. Fui a prender la luz de mi velador y en lo que volvía, ya estaba él entrando por la ventana.

No tuve tiempo de decir nada, ya que él me agarró de la cintura y me estrechó tan fuerte, tan desesperadamente que tuve miedo. ¿Algo habría pasado con su familia?

Comenzó a temblar, pero no de miedo, sino porque estaba llorando. Sentí sus lágrimas sobre mi cuello, que era donde él tenía enterrado el rostro.

-Oh amor, tienes que decirme qué está pasando- logré esbozar mientras enterraba mis manos en su melena.

Se separó de mí y me llevó hasta la cama donde nos sentamos.

Levantó su rostro y las lágrimas seguían cayendo... Hice que se apoyara sobre el respaldo de madera y me senté a horcajadas sobre él. 

Lo abracé fuerte: - estoy aquí, siempre estaré aquí- le dije bajito mientras acariciaba su espalda y su cabello.

- Oh Elizabeth- dijo él pasado un momento cuando su llanto se detuvo- sólo he llorado pocas veces en mi vida, y todas desde que apareciste en ella... Una fue la noche que peleamos y me fui caminando a la deriva, a quien sabe donde, llorando tu ausencia- sus palabras fueron como cuchillas afiladas enterrándose en mi carne- Otras dos cuando cantaste y esta noche también.... El poema, los mechones de cabello entrelazados, tu amor...-su voz se quebró.

- Oh amor- dije suspirando- entonces si te ha gustado...

Me agarró el rostro con sus manos: - ¿Entiendes porque lloro? Nunca nadie me ha amado así, como me amas tu. Tampoco nadie me dijo que donde yo tocara, ahí nacería la primavera, yo que soy oscuridad...

-Oh, así es como me siento- le respondí y ahora la que lloraba era yo- El amor que te tengo no me cabe en el pecho, es por eso que lo coloco en las aves, en las mariposas, en las flores que nacen cuando me tocas, y aun así... siempre más amor brota de mi pecho, creciendo y creciendo...

Él pegó su frente a la mía y su voz profunda resonó hasta en mi alma: - ese amor, nuestro amor, durará por decenios, siglos, eones, eras enteras. La gente hablará de nuestro de amor eterno...

Asentí ante esto y lo besé, ansiaba con mis entrañas sentir el calor de sus labios, el sabor de su boca, sus dedos reclamando su territorio en mi nuca...

Rápidamente se transformó en un beso desesperado, hambriento, y a ambos nos sorprendió el deseo de hacernos uno, de fundirnos en el cuerpo del otro, y quedarnos así eternamente.

El se deshizo de mi camisón y besó con devoción cada rincón de mi cuerpo, venerandolo, acunandolo, como si fuese de porcelana. Yo repasé también, cada músculo de su espalda, de su pecho, queriendo que en él también floreciera la primavera, dejando atrás la oscuridad.

En lo que duró la noche, hicimos el amor de forma febril, ardiente; mientras Jughead repetía en mi oído una y otra vez, con voz ronca y profunda: -eres mi jardín de flores blancas, mi tesoro, mi respiración, mi río, mi aire, mi fuente de luz, mi eternidad entera...