Capítulo 9 : A veces ganan.

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                                             CAPÍTULO 9

                                         A veces ganan.

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La joven ojiverde conducía en silencio,  con su mirada fija en la carretera. Mis manos se movían nerviosamente sobre mi regazo. Sentía curiosidad por saber a dónde nos dirigíamos pero una gran parte de mí se negaba a hacerlo. Esa parte de mí se estaba planteando el hecho de saltar de un coche en marcha. Respiré profundamente. Volví a poner mi mirada sobre el rostro de la joven. Su cabello rubio ocultaba la mitad de su perfil derecho, dejándome ver la silueta de su frente, nariz y labios. Desde el primer momento que la vi su rostro me había día transmitido amabilidad y bondad, pero no podía fiarme. Si ella conocía cosas relacionadas con toda esta mierda en la que estaba metida, simplemente no podía confiar en ella porqué no sabía cuál eran sus intenciones. Una punzada de dolor hizo que saliese de mis pensamientos, moví mi brazo pensando que de esa forma desaparecería el dolor pero no, no lo hacía. Poco a poco un calor desconocido se fue extendiendo por todo mi cuerpo,  no podía ver que emprendía su camino pero notaba como avanzaba lentamente. ¿Significaba ésto que iba a morir?

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- Joder, ¡no! - fue lo único que logré escuchar antes de notar un aumento de velocidad y cómo poco a poco iba cerrando mis ojos.

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Abrí mis ojos con dificultad, lo primero que vi es que me encontraba en un pasillo repleto de espejos a lo largo de sus paredes. Todo era normal, menos el hecho de que no podía verme reflejada. Empecé a avanzar por el pasillo, intenté caminar en dirección contraria porqué no me quería adentrar pero era imposible, mis pies se encontraban amarrados a la superfície del suelo, la cual avanzaba sin cesar. Tenía el suelo pegado a los pies y parecía que me absorbía cosa que me inquietaba. Cada vez que avanzaba se hacían visibles siluetas al fondo de los espejos, en su interior. El suelo pareció detenerse y en ese instante las siluetas empezaron a avanzar hacia mí. No tenía miedo del todo ya que se encontraban tras el cristal y no podrían dañarme, o es lo que creo. Las siluetas eran distintas, de mujeres, hombres y niños. Avanzaron hasta tal punto en el que sus rostros se hicieron visibles. Me movía hacia atrás pero olvidando que mis pies estaban pegados al suelo caí hacia atrás, quedando sentada ante ellos. Sus rostros eran normales sí, lo único que fallaba eran sus ennegrecidos ojos. No solo el iris era negro, sinó que todo el glóbulo ocular lo era. El blanco de los ojos había desaparecido. Parecía que sus almas habían desaparecido.

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- No nos tengas miedo, también somos humanos. - dijo una voz proveniente de un niño.

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Quería reír por no llorar, ellos no eran humanos y tal vez nunca lo serían. Me fijé en una joven, sentí cómo un escalofrío recorrió toda mi anatomía, cómo mi corazón empezaba a latir con más fuerza. Sentí que conocía a esa joven y no estaba equivocada, esa joven era yo. Ella me miró y al poner en contacto sus negros ojos con los míos sonrió, sonrió de la peor forma que exístia.

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- No dejes que te cojan. No dejes que él te coja si no quieres acabar así - dijo mi yo del espejo.

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Quería hablar, quería preguntarle quién era él en específico pero mi voz no salía de mí, no encontraba mi voz, era como si se hubiese desaparecido.

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- Los monstruos son reales, los fantasmas también.- dijo con los ojos cerrados - Ellos viven en nuestro interior y a veces ganan. - tras finalizar la frase abrió sus ojos de nuevo.

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