Capítulo 07 | Cobardía

277K 15.1K 5.6K
                                    


Al escuchar la proposición de David me quedé muda, se estremeció mi cuerpo y mis poros se erizaron

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al escuchar la proposición de David me quedé muda, se estremeció mi cuerpo y mis poros se erizaron. Esperé alguna señal, alguna chispa en su mirada que me indicara que estaba bromeando, sin embargo, no encontré nada más que sus ojos verdes mirándome. No había nada de extraño en sus facciones, todo lo contrario, era lo más serio que había estado en su vida.

Y eso me asustó.

Lo que me dijo hacía unas cuantas horas me seguía consumiendo la mente, estaba muy confundida, él me confundía. Primero les aseguró a todos que éramos como hermanos y no sentía nada por mí, luego me besó y dijo que lo había hecho porque quería. ¿Por qué un chico que tenía a una multitud de mujeres bonitas iba a querer besarme sin más? Luego estaba el otro punto, el que más me dolía, aunque Dave no tenía la culpa. Yo estaba enamorada de él, no podía besarlo sin pensar en las consecuencias pues al final terminaría lastimada.

Siempre lo había respetado, nunca me había importado que se revolcara con cualquier escoba con falda y luego las tirara como si fueran basura. Jamás había intentado hacérmelo a mí, ¿por qué de pronto me besaba y me tomaba de la mano como si fuéramos una pareja feliz? Estaba enojada ya que lo hacía porque se le apetecía, sin saber que eso podría partirme a la mitad.

De pronto, me sentí herida, demasiado dolorida como para pronunciar algo. No supe en qué momento me levanté y empecé a correr, cuando miré alrededor ya estaba trotando rumbo al campamento. Escuché sus pasos siguiéndome, así que corrí lo más rápido posible. No quería verlo, deseaba escapar de aquel amor que me consumía y no me dejaba pensar con claridad. No quería dejarme llevar por los latidos de mi corazón, pues al final me quedaría sin nada.

A pesar de la agitación pude ver a nuestros padres riendo despreocupados frente al fuego. Localicé los baños, me adentré en la pequeña construcción y cerré la puertilla metálica. Apoyé mi espalda contra esta y suspiré, temblando, sin saber si era por el clima tibio o lo que acaba de suceder con anterioridad.

Supe que estaba del otro lado debido a su respiración pesada, la puerta se movió cuando se recargó en ella. Hice lo mismo y deseé que mi frente estuviera apoyada en la de él, que sus labios me volvieran a besar; pero que lo hacía porque me amaba y no porque no había podido controlar sus impulsos.

Todavía podía sentirlo besándome, a su lengua trazar una gloria que no conocía, pero era un sueño que no podía ocurrir una vez más porque, en dado caso de que sucediera, estaría acabada.

—Carly, ábreme. —Suspiró resignado—. Por favor, déjame verte.

No contesté nada para que el temblor de mi voz no delatara cuánto me dolía el corazón.

—Cariño, lo siento, no quería molestarte. Quería probarte otra vez, quería... —Su voz tembló, dejé que mi espalda resbalara hasta el suelo—. Entiendo si no quieres hacerlo, no te iba a obligar, luciérnaga.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora