[05]

1.2K 194 45
                                    

🗝
Dallas tensó los hombros al notar el contacto de Zoe, que le tomaba suavemente la mano y miraba aterrorizada al frente. Era curioso como actuaba, como se había aferrado a él sintiéndose protegida solo porque lo que se pudiera encontrar tras esa puerta era algo desconocido para ella. Tal vez no pensó que eso formaba parte de lo que él era y que agarrando su mano también agarraba su mundo. Tal vez quería convencerle para que diesen media vuelta con su cara de niña buena y sus mejillas sonrojadas. El chico rompió el contacto y cerró los puños a ambos lados de su cuerpo, no quería que le tocara.

Descendió el último tramo hasta llegar a los lobos y sacó una llave del bolsillo, sorprendiéndose un poco al notar la presencia de Zoe en su espalda, sin quejarse ni implorarle que se fueran.

Zoe evitaba los ojos verdes de los animales que la miraban sentados como si fueran estatuas. Les tenía miedo, obviamente eran peligrosos, pero también sentía unas ganas irrefrenables de meter la mano en el pelaje oscuro y acariciarles. Era lo mismo que le pasaba con Dallas. Alargo la mano un poco hasta que el chico la frenó con una mirada de advertencia.

—No les toques, no me toques.

Zoe se encogió ante sus palabras, ¿acaso sentía asco de ella? No le había pasado por alto como hace apenas segundos le soltó la mano con molestia. Bajó la mirada y esperó a que abriera la puerta.

Dallas se apartó y dejó que ella pasara delante, la música sonaba más alta, el olor era más intenso, el decorado era oscuro, tétrico, pero hermoso y elegante. Había una larga barra con forma de ele a la derecha y unas focos de color ámbar alumbrando de manera tentadora las vitrinas llenas de bebidas alcohólicas. Las paredes estaban forradas de papel negro pintado con estampados dorados y gruesas cortinas de terciopelo rojo caían desde el techo.

Una mujer les recibió al otro lado, con un exclusivo traje de chaqueta y el cabello negro y liso, tenía los pómulos marcados; seguramente a cuenta de cirugía estética, y aunque era bastante más mayor que ellos era muy atractiva.

— Dallas...— saludó inclinándose cortesmente hacia él, luego hacia la chica esperando que le dijera su nombre.

—Zoe— dijo esta con una sonrisa ya que la habían educado para sonreír en cualquier situación que se encontrara.

— Zoe...—repitió—Que pasen una buena noche.

El chico posó su mano en la cintura para que la chica continuara caminando y la mujer se quedó mirándoles durante largos segundos, alzando una de sus perfiladas cejas al contemplar a la pequeña acompañante de Dallas con mucha curiosidad.
Para cuando llegaron a la zona de las mesas y sofás de cuero Zoe estaba más roja de lo que había estado en toda su vida. Aunque no había demasiada gente, cada una de esas personas le causaron un impacto visual tan grande que solo pudo sentarse y mirar fijamente el candelabro que tenía enfrente para procesarlo todo.

Dallas la observaba con atención sentado a su lado cuando una chica con una preciosa cola de pavorreal, cabello azul metalizado y mucha purpurina en su cuerpo prácticamente desnudo vino a tomarles nota de lo que querían tomar, no necesitaba mirar su letra "Y" dorada pintada en su bajo vientre para saber que era una de las chicas de Yoongi.

— ¿Qué deseáis tomar?— dijo inclinando su cabeza en señal de reconocimiento y respeto hacia Dallas.

— Una copa de Dalmore.

— Lo mismo, gracias.

Zoe contemplaba alejarse a la preciosa mujer absorta en sus pensamientos cuando el chico pronuncio su nombre.

— ¿Sabes lo que has pedido?— preguntó con arrogancia en su voz.

La chica se encogió de hombros y negó con la cabeza. Suponía que sería algo fuerte pero no le importaba. Pensó que no le vendría mal para resistir la noche pese que nunca fue una gran fan del alcohol.

— No entiendo mucho de bebidas.

—Ya me parecía.

— ¿Qué es este lugar, Dallas?

El chico la miró fijamente. En ese momento todas las luces se apagaron quedando en la oscuridad absoluta y una ráfaga de aire que no sabía de donde provenía le erizó la piel. Empezó a escuchar el viento aullar y con él una suave melodía, un foco se encendió en medio del escenario que tenían justo enfrente alumbrando a una chica tirada encima de él, como si se hubiera caído. Comenzó a moverse, desentumeciendo su cuerpo y con el dolor reflejado en su rostro. Tenía el cuerpo pintado de brillantes escamas y el cabello del blanco más níveo, largo hasta la cintura. Sus ojos eran del azul más transparente que había visto en su vida y sus pupilas eran dos finas líneas verticales. Esa chica era de las cosas más hermosas que había visto en su vida y caracterizaba a un dragón plateado. La música comenzó a tomar velocidad y con ella los movimientos de la mujer, que comenzó a bailar sensualmente mientras pasaba las manos por su cuerpo y unas finas alas se abrían en su espalda.
La pantalla del escenario mostraba un cielo con estrellas y en un recuadro a la derecha un contador empezó a sumar.

La chica pavorreal volvió y les dejó las bebidas en la mesa, reclinándose de nuevo ante ellos antes de alejarse. Zoe cogió su copa y se la llevó a los labios bajo la atenta mirada del chico que no pudo evitar sonreír cuando ella arrugó la nariz y tosió asqueada.

—El contador que ves a la derecha está sumando el dinero que estos clientes aportan a la bailarina, un porcentaje es para la sala y otro para su mentor, pero la mayoría estará en su bolsillo mañana mismo.

— ¿Este sitio es tuyo?— preguntó Zoe apartando la mirada por primera vez de la chica dragón que ahora se paseaba entre las personas de la sala insinuándose  al ritmo de la melodía.

— No. Y la única manera de entrar aquí es consiguiendo una llave, no es ni fácil ni barata.

— Esa chica... ehmmm...—Dallas sabía perfectamente lo que iba a preguntarle pero decidió esperar a que lo dijera— ¿se prostituye?— dijo dándole otro trago a su bebida y arrugando la nariz de nuevo. Sus mejillas cada vez estaban más encendidas.

— Bueno, bajo mi punto de vista no es una prostituta; es una artista, especialista en el sexo tántrico y en el baile. Nadie de las personas que te rodean es solo lo que ves, todos cumplimos un papel.

Zoe se sintió mal al imaginar a Dallas entre los brazos de esa hermosa mujer, tan plateados e irreales los dos. Sentía una angustia que no podía entender al compararse con ella y al recordar que ese chico no soportaba ni que le tocara. El dragón pasó por su lado y le dedicó especial atención a Dallas gateando delante de él y tumbándose para luego arquear su espalda. Dallas miró a su dragón exhibiéndose con la "D" dibujada en diamantes en su muslo, la misma "D" que adornaban los zapatos de Zoe y el espectáculo finalizó. Asintió con la cabeza en dirección a la mujer dragón con aprobación.

— ¿Ella es tu chica?— preguntó Zoe al ver la complicidad entre los dos. No quería ser entrometida pero preguntarle si venía para acostarse con ella le pareció de mal gusto. El chico sonrió antes de coger su copa.

— Si, es una de ellos. Yo soy su mentor.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora