Único.

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Era la primera vez después de años en los que se verían nuevamente, rostro a rostro.

Taeyong no estaba preparado para afrontar al japonés, y sinceramente, él hubiera preferido que Seulgi hubiese sido asignada como su compañera de casos en vez de Yuta. No podía (ni quería), estar cerca del japonés, porque por muy minúsculas que sean las razones, aún se sentía como un adolescente que no toleraba estar cerca de alguien con el que se mantuvo en forma afectiva. Es decir, es Lee Taeyong, él prefiere no remover en su pasado y dejar que la vida siga su curso natural provocar una catástrofe. Y entre eso se encuentra el que alguna vez fue la persona que iluminaba sus días con la sonrisa agrandada en su rostro y su acento extranjero en cada palabra.

— Lee, llegó Nakamoto. Vaya a mi oficina para que le sea asignado su primer caso en conjunto. — Espetó Taeil, deteniéndose momentáneamente en su puerta y sacando de su reflexión matutina acerca del porque la vida le ponía trabas al de cabellos cenizos.

Ahora, con veinticinco años, debía de afrontar la realidad de que no podía comportarse como un niño que hace rabietas cuando las cosas no salen como desea. Su estancia se sumía en un silencio sepulcral, acompasado con el tic-tac del reloj y nada más. Abandonó su cómoda silla giratoria y salió con carpeta en mano, quitando algunas arrugas de su traje gris con su propia mano y caminando a paso –no– seguro hasta la oficina del mayor, necesitó detenerse frente a ella y tomar algunas respiraciones antes de tomar la palanca de abrir y pasar, susurrando un "Disculpe" para cerrar tras de sí. En uno de las sillas de cuero falso negro que permanecían frente el jefe del bufete de abogados, estaba sentado Nakamoto Yuta, luciendo espectacular en un ceñido traje azul marino y debajo una camisa rosa palo. El japonés le lanzó una mirada inquisitiva, y se acomodó el cabello con la mano, sin importarle Taeyong. Carraspeó antes de caminar tenso hasta la otra silla y posicionarse frente a Taeil, quién le miraba desde su puesto con las piernas cruzadas, una por encima de la otra y sus manos descansando sobre una de sus rodillas.

— Lee, Nakamoto, — miró a ambos hombres antes de seguir. — como sabéis, Nakamoto es nuevo en Corea, así que Lee ha sido asignado como su compañero de casos. Lee es uno de los mejores abogados del bufete, es por eso que han sido emparejados.  Sin embargo, he visto que se recuerdan, ¿Se conocen de algún lugar?

— No.

— Sí.

Ambos hombres hablaron al mismo tiempo, haciendo que Taeil levantase una ceja, en espera de una respuesta. Lee tomó la palabra.

— Moon, no y gracias. No conozco a Nakamoto hasta hace unos minutos, y gracias por la buena descripción. Ten por seguro que haré lo mejor por ayudarlo a integrarse al bufete.

Yuta volteo a ver de una forma nada agradable al mayor, inquiriendo con la mirada el por qué de mentir sobre él. Taeil asintió, dubitativo pero lo dejo pasar, y Taeyong retuvo aire en sus pulmones, preparándose para lo que fuese a decir el pelirrojo.

— Entonces, Lee, te dejo a cargo de Nakamoto. Enséñale su oficina al lado de la tuya, llévatelo a almorzar mientras le enseñas la ciudad y el camino hacia acá.

— ¿Eso sería todo?

— Sí, pueden retirarse.

Taeyong soltó el aire que mantenía retenido en un gran suspiro en cuanto pisó fuera la oficina. A su lado, Yuta movía un pie contra el suelo, esperando al mayor que hablase, pero no hizo amago de querer decir no hola así que tuvo que abrir él.

— ¿Taeyong, eh? Ha pasado mucho tiempo, ¿No es así?

Taeyong arqueó una ceja, intentando con todas sus fuerzas, no sonar como un amargado y terminar diciéndole al nipón que se fuese. Apretujo la carpeta amarilla que yacía en su mano, calmando sus nervios antes de voltear su rostro al menor y mirarle sin creerse sus palabras.

— Nakamoto Yuta, dentro y fuera del bufete soy Lee. Así que te pido que uses las formalidades conmigo. Somos compañeros de trabajo y nada más.

Yuta bufó, sintiéndose aburrido por el tono que empleó el rubio en sus palabras. — Vamos, Tae, ¿Te volviste un soso amante de los derechos?

— Nunca fui un soso amante de los derechos, es simplemente que no te conozco y no tengo ganas de hacerlo. Adaptémonos al estilo de trabajo en conjunto y listo, todos contentos. Ahora, sígueme que te llevaré a tu oficina.

Caminaron ambos en un silencio incómodo, y es que, después de los años Taeyong no estaba ni agradecido con éste destino. Prefería no pensar, no ver, no recordar a Yuta, porque él al fin y al cabo, era pasado para el coreano. Doblaron por una esquina, siendo saludados por Nayeon, una de las abogadas más jóvenes quién charlaba amenamente con Mina, una estudiante de derecho que hacía medio tiempo ahí. Cuando su destino se hizo presente, abrió la puerta de la oficina dejando primero pasar a Yuta y después él, procediendo a enseñarle cada recoveco del espacio.

— Ahí está un librero con carpetas. Conforme los expedientes y casos sean abiertos y cerrados, tendrás que recurrir constantemente a ellos. Te reco...

— Sí sé cómo se maneja una oficina de abogado, Taeyong.

— Lee, Nakamoto, soy Lee.

— Bueno, Lee, déjame instalarme y ya después veremos.

Taeyong asintió, sintiéndose relajado de que Yuta no lo quisiese tener ahí con él porque así, Lee podría pensar en una forma de evadir al japonés de ahorrar en adelante y también, pedir un cambio de oficina. Se dirigió a la puerta contigua, soltando un gran suspiro en cuanto se sentó en la silla rotatoria, estaba agotando mentalmente y eso que su jornada recién empezaba. Pero Nakamoto no parecía ser alguien fácil de tratar y convencer a ser sólo compañeros de trabajo.

— Ésto va a ser pesado.

Dijo Taeyong antes de encender su computador y tronar sus nudillos, listo para comenzar su jornada diaria.
















Feliz año nuevo.

STIUTK ₊˚ ✰ 𝐘𝐔𝐓𝐀𝐄' ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora