9.- Afrontar la verdad (*)

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Montserrat

Sabía que tenía que decirle a Jack, lo sabía de sobra y esa idea me venía torturando desde que había confirmado que estaba embarazada.

Luego de realizarme las pruebas de embarazo, Anna había insistido en que era buena idea realizarme un examen sanguíneo para estar completamente seguras del embarazo, y el resultado había sido exactamente el mismo. Estaba embarazada de cinco semanas, ahora ya no había nada que me hiciera dudar.

Durante las dos semanas que siguieron a eso, había evitado cualquier tipo de contacto con Jack, a pesar de repetirme a mí misma que él tenía el derecho de saber que sería padre, una parte de mí se encontraba lo suficientemente asustada como para no decirle, no tenía el valor suficiente para hacerlo.

La posibilidad de no decirle había rondado mi cabeza en más de una ocasión, traba de convencerme a mí misma que no sería tan malo, sería mejor que afrontar el rechazo de Jack, si él decidía darnos la espalda.

Sin embargo, una parte de mí no estaba convencida de aquello. Sabía que tarde o temprano Jack terminaría enterándose porque una cosa así no es tan sencilla de ocultar. Y entonces no sabría si resultaría peor que decirle la verdad ahora.

Karen y Amanda ya lo sabían, ambas chicas habían venido a mi casa días después, y contrario a todo lo que creí que dirían, ambas me demostraron su apoyo y yo no podía estar más agradecida con eso.

El asunto de mis padres era otra cosa, a ellos no podía ocultarles el embarazo. Y de solo pensar en lo decepcionados que estarían de mí lograba partirme el corazón.

—No puedes ocultarlo por siempre —murmuro para mí misma. Me encontraba en mi habitación, la soledad de la casa no hacía más que aumentar mi estado de ansiedad en el que había entrado desde que sabía que me convertiría en madre.

Sabía de sobra que tenía que decirle a Jack pronto, mientras antes mejor. Tomo una inhalación profunda antes de incorporarme, si seguía alargando el momento de decirle a Jack que seríamos padres la cobardía terminaría ganando, y no era algo que quisiese que sucediera.

Tomo mi celular, marcando con movimientos rápidos el número telefónico que me sabía de memoria.

Pulso la tecla de llamar y coloco el teléfono en mi oreja, cierro los ojos mientras escucho el timbre. Al segundo tono, él responde.

—Hola lindura —Saluda. Una pequeña sonrisa se posa en mis labios cuando lo escucho llamarme de esa forma.

—Hola —Respondo. — ¿Podríamos vernos hoy? Tengo algo importante que decirte —confieso.

—Claro ¿Te parece que nos veamos en la cafetería del centro? —cuestiona.

—Me gustaría que fuese en un lugar más privado, en verdad es algo importante Jack —Murmuro.

— ¿Todo bien? —cuestiona. — ¿Te pasa algo?

Si, si me pasa. Estoy embarazada, vamos a ser padres, nada del otro mundo ¿verdad?

—¿Montse, está todo bien? —inquiere otra vez.

—Sí, solo necesito hablar contigo —me aclaro la garganta—. ¿Crees que podamos hacerlo?

—Bueno, en ese caso, estoy en el departamento. ¿Te parece bien?

—Bien. Te veo ahí.

—Te veo en un rato, nena. Adiós —se despide y cuelgo la llamada antes de terminar diciendo algo más.

Un suspiro pesado brota de mis labios, maldición, ¿por qué era tan complicado? Una parte de mí insistía en que no iba a ocurrir nada si Jack decía ignorar su responsabilidad en esto, intentaba convencerme que estaría bien, que iba a poder sola, pero otra exclamaba a gritos que sería una auténtica pesadilla.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora