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Tinieblas curiosas, tinieblas hermosas, deja que pasen y cubran la tierra

Quise repetirme que ya tenía suficientes problemas. 

Quise repetirme que ya tenía suficientes secretos. 

No necesitaba esto. 

No necesitaba más. 

Pero Kayne, y la reflejo, parecían dispuestos a comentarnos lo necesario para encontrar respuestas, a pesar del riesgo. ¿Y ahora qué? ¿Iba a trabajar para los Kuznetzov? No. Antiguos, no. Tenía mi propia mierda como para terminar siendo descubiert... 

Oh, bueno, si lo hacía... 

Sacudí la cabeza, dándome cuenta que Dua había estado hablando sobre lo que veía en las muestras. Frascos burbujeantes nos reflejaban mientras el vapor empezaba a formar espirales sobre nosotros, capturando cada susurro hasta ocultar la chispa que resplandecía en los ojos de la Driagna. Gran parte de lo que dijo no logré entenderlo, más allá de que la viscosidad no le pertenecía a ningún ser de energía o de tinieblas, bla bla bla pero... sí tenía restos de las gemas. Lo que quería decir que era una persona con poder, ya que no cualquiera poseía algo de tanto valor. Y el acceso a las minas... 

—Ya jodí a sus secuaces, pero eso no lo detendrá. 

Escape de mis pensamientos y me centre en la reflejo, notando que sus facciones habían cambiado rápidamente, endurecidas bajo la luz cálida que entraba por las ventanas, jugando con los candelabros del salón. 

—Quizás tenga miedo de dejarse ver después del desastre que ocasionaste en el club tras la subasta, Zyzy—comentó Kayne, riendo. 

Fijé mis ojos en ella, que seguía con una mirada satisfecha. Claramente había sido la reflejo que cambió el rumbo de todo. Fue Izye quien liberó a los esklave e implementó la nueva tradición de usar los hologramas. 

—Uhm, bueno, si no has encontrado nada respecto a ese Dranor, supongo que tendré que seguir buscando información para Nighy—asintió ella, buscando algo con la mirada. Permanecí inerte, aspirando su aroma a jazmín—. También... 

—Viene por otras razones, Tauren. 

Sin pensármelo dos veces, levanté la mano, llamando la atención de todos. No obstante, quien por primera vez en horas me clavó los ojos, fue Tauren. Inspiré hondo al sentir que me recorría con la mirada como si fuese la primera vez que lo hacía, toda su energía concentrándose en detallar hasta los colores perdidos en mis mejillas por la falta de sueño los últimos días. 

Apenas y se lamió los labios, capturando mi atención en ese punto, por lo que tuve que tragarme cualquier pensamiento y decir en voz alta: 

— ¿Por qué nos han pedido quedarnos? ¿Qué quieren saber? Dudo que pueda ayudar en algo cuando apenas y logro comprender como se usa este... este... 

Dua completo: 

—Balón volumetrico.

Kayne sonrió maliciosamente, como si hubiera notado algo que nosotros no. Me encogí de hombros, dirigiéndome hacia la reflejo. La única cuerda, al parecer

—Además, no seré de ayuda si no sé a qué me enfrento. Ya tengo suficiente con el jodido entrenamiento de Bastor como para meterme en más problemas. 

Ella gimió por lo bajo, negando. 

— Antiguos... ¿Conseguiste a Bastor para entrenar? —replicó, dirigiéndose a Kayne. 

Con la permanente sonrisa derrochando en sus labios, levantó las cejas. Estaba claro que Kayne, aparentemente inocente, siempre tenía muros invisibles de protección para evitar que lo consumieran. Una excelente idea, considerando que se encontraba rodeado de reflejos, en una Escuela de seres de tinieblas. 

DETRÁS DEL REFLEJO [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora