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Ten cuidado si besas a la oscuridad

O si la oscuridad te besa a ti




Nolan apareció más rápido de lo esperado.

Venía apresurado y agitado, todavía vistiendo su traje azul oscuro. Traía del brazo el vestido limpio que le había pedido e incluso un par de zapatos y una linterna de mano. Agradecí por esos momentos de inteligencia suprema en los que él pensaba con más cuidado que yo.

Lo primero que hizo al detenerse frente a nosotros fue apuntar a Ax con la linterna. En cuanto la luz aclaró su figura, Nolan se quedó pasmado con los ojos abiertos de par en par.

—¡Joder, parece salido de Holocausto Caníbal! —exclamó con horror.

Y bueno, no estaba exagerando. Con la luz, su aspecto era peor de lo que había creído. Sentado, encogido y apoyado de la fuente, tiritaba. A pesar de que le había lavado la cara, todavía tenía algunas manchas de sangre seca alrededor de la barbilla. Las manos estaban cubiertas por completo como si fueran guantes rojos. La piel de sus hombros, de su espalda y abdomen estaba sucia por haber convulsionado sobre la tierra. Incluso medio dormido, su pecho se movía de manera irregular por su respiración.

Nolan me apuntó a mí con la linterna. Su expresión se llenó de mucho más espanto.

—¡Y tú de un ritual para invocar a un demonio! —exclamó también.

Sí, todo se había ido al carajo. Mi vestido angelical de chica responsable había perdido su pureza al haberse manchado de sangre. Estaba descalza, tenías los pies sucios de tierra mojada y seca, las manos también manchadas de sangre por haber tocado a Ax y el cabello hecho un gran desastre. Parecía una loca de carretera que había cometido un horrible crimen, pero no era momento para analizarnos ni para detenernos a echar el chisme. Había que actuar.

Empecé a quitarme el vestido en pleno jardín. La noche enviaba una brisa helada que me puso a temblar, pero me esforcé en soportarlo. No me preocupé de que Ax me viera semi desnuda. Él estaba demasiado ido como para prestarme atención, y con Nolan ya no tenía vergüenza alguna. No después de que una vez me llamara al baño para mostrarme que había hecho una caca gigante que le había hecho doler el culo. Nuestra amistad era oro puro.

—Esto es lo que vamos a hacer —le dije al mismo tiempo que sacaba las piernas del vestido—. ¿Recuerdas a Tyler?

Nolan puso cara rara.

—¿Tyler el reprimido de la prepa que quería chupármela cada cinco minutos?

—Ese mismo —asentí—. Necesito que le llames y le pidas un favor.

Incluso con la oscuridad logré ver la exagerada expresión de espanto que se formó en el rostro de Nolan.

—¡¿Por qué?! —protestó con indignación—. ¡Me costó mucho quitármelo de encima! ¡No quiero hablar con él!

Me dejé la ropa interior y me acerqué a la fuente. De un salto me metí en ella. El agua estaba muy fría, tanto que me erizó la piel. Por suerte me llegaba hasta por los muslos, de modo que comencé a utilizarla para quitarme toda la sangre y la tierra que tuviera en el cuerpo y que pudiera delatar lo que había sucedido con la sombra y el rector Paul.

—Pues Tyler fue el único que se embobó por ti hasta el punto de hacer cualquier tontería que le pidieras sin pensarlo —continué explicándole—. Debes pedirle que se haga pasar por un empleado de la central eléctrica, llame a mi madre y le informe que la electricidad no se restablecerá esta noche, que es posible que ocurran más fallos y que lo mejor es quedarse en casa con velas y kits de emergencia. Eso acabará con la fiesta.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora