Capítulo 16 (*)

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JACK

Ella no quería escucharme, después de la única llamada que me contestó había seguido llamándola con la esperanza de que me volviera a responder, pero eso no pasó.

Y yo me encontraba tan condenadamente desesperado por verla, por hacerle saber cuan arrepentido me encontraba por todas las estupideces que le había dicho, pero para mí mala suerte, no tenía ninguna dirección para poder verla. La única dirección con la que contaba era la de su trabajo, pero hasta ahí ella lograba escabullirse de mí.

Sabía que me lo tenía merecido, sabía de sobra que su indiferencia y el hecho de que me ignorara eran consecuencia de todo el daño que le hice, pero eso no cambiaba el hecho de que ella llevaba a mi hijo en su vientre.

Mi hijo.

Me había convencido de eso, no había ni una sola duda más en mí. No ponía en tela de juicio las palabras de Montserrat, me repetía constantemente que aún podía arreglarlo, que aún había, aunque sea una oportunidad de que Montserrat me dejara formar parte de la vida de nuestro hijo.

Sin embargo, era el uno por ciento respecto al noventa y nueve que me gritaba que ella no me dejaría verlo nunca más.

Recuerdo perfectamente por qué me acerqué a ella, recuerdo haberla visto demasiado inquieta por algo y eso me había animado a acercarme para hablar, al saber que sus amigas la habían dejado sola hice un gran esfuerzo por no reír, las chicas con las que me habían topado jamás me habían dado una respuesta como aquella. Y después de todo estar con Montserrat fue verdaderamente agradable tanto que decidí dejarle mi número de teléfono, sabiendo que era prácticamente improbable que ella me llamara, pero cuando lo hizo, aunque no fue ella precisamente, juro que me sentí tan nervioso como nunca antes.

Y eso no era común en Jack Morgan.

Desde ese día fue prácticamente imposible borrar a Montserrat Lewis de mi mente, en todo momento ella estaba presente y estaba tan jodidamente feliz por estar saliendo con alguien como ella que no me di cuenta de cuánto lo estaba echando a perder.

No había alcanzado a construir algo cuando ya lo había hecho pedazos.

—Amigo, ya deja de torturarte —La voz de Blake, mi mejor amigo me hace observarlo. La comida que se encuentra justo enfrente de mí ahora ya no se ve tan apetecible. —En lugar de estar así deberías estar intentando buscar una solución para el problema en el que te has metido.

—Créeme cuando te digo que ya lo intenté —Mascullo —La he llamado tantas veces que he perdido la cuenta y le he mandado una cantidad inmensa de mensajes de texto, pero ninguno responde. He intentado buscarla en su trabajo, pero ella siempre logra escaparse.

—¿Por qué no vas a su casa? —cuestiona antes de llevarse una papa frita a su boca.

—Lo haría si tan solo supiera en donde vive. —La carcajada que mi mejor amigo suelta logra ponerme aún más de mal humor.

—Oh, Dios —masculla. —Jack, te acuestas con alguien, salen varias veces, la llevas a tu departamento, pero no sabes en donde vive ¿Qué es lo que pasa contigo?

— ¡Intenté que me lo dijera! —exclamo con exasperación —Pero ella era tan misteriosa, que jamás quiso decirme en donde vivía. Y ahora sé que tal vez debí de haber insistido más porque de ese modo sabría dónde buscarla.

—Vaya amigo, si la tienes difícil. —Su respuesta me hace rodar los ojos. Eso era algo que sabía a la perfección—. ¿Y los señores Morgan ya saben de esto?

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora