19.- No rendirse (*)

69.9K 4.3K 628
                                    


JACK

Observo el celular que se encuentra en mi mano con frustración.

— ¡Blake! ¿Por qué carajos la dejaste entrar? —reprocho incorporándome, Sara frente a mí me observa con una pizca de confusión.

—Lo siento Jack, ella logró colarse y...—comienza a explicar mi amigo, pero la rubia frente a mí impide que continúe hablando.

— ¿Por qué estás enojado cariño? —Sara da un par de pasos para acercarse más a mí, pasa una de sus manos por mi cabello haciendo que me aleje.

— ¿Y todavía lo preguntas? ¿Quién te crees para colarte en mi departamento de esa forma? Acabas de arruinar la única oportunidad que he tenido en semanas de hablar con Montserrat —Reprocho.

—¿Quién es esa? —inquiere con desdén, coloca una mano en su cintura mientras me observa exigiendo una respuesta.

—No tengo porque darte explicaciones —mascullo—. Ahora te agradecería enormemente que te marches de mi departamento, no estoy por perder el tiempo.

Sara luce enojada, no está acostumbrada a que la trate así pero ahora mismo soy incapaz de tratarla con la dulzura a la que está acostumbrada. Sabía que Montse estaba a nada de bajar un poco la fortaleza que había construido a su alrededor, pero ahora mismo ésta había vuelto a alzarse más alta y fuerte que antes.

—Vete Sara, por favor —pido sonando un poco más calmado. Ella no dice nada por algunos segundos, se limita a observarme y después se da la vuelta para salir de la habitación dando un portazo. Cuando se ha ido, lanzo el teléfono contra el colchón, me dejo caer nuevamente sobre la cama y suelto un suspiro frustrado.

—Nuevamente lo he echado a perder —murmuro cerrando los ojos—. He metido la pata hasta el fondo, Blake.

—Tú no has hecho nada —observo a mi amigo encogerse de hombros antes de tomar asiento en la silla giratoria que se encuentra justo enfrente de donde estoy.

—Montserrat probablemente escuchó lo que Sara vino a decirme, seguramente ha de estar pensando lo peor—. Sueno mortificado, pero no me esfuerzo en ocultarlo.

Después de todo estaba hablando con Blake, y él era una de esas personas que no te juzgaban por nada del mundo. Por algo somos mejores amigos.

—No sé qué decirte Jack, de verdad. No he vivido una situación así y espero jamás estarlo —Responde. —Ahora la tienes el doble de difícil amigo.

—Lo sé —articulo—. A este paso voy a terminar por volverme loco.

—Yo creo, Jack —comienza a hablar Blake nuevamente —que lo que Montserrat necesita para perdonarte y dejarte entrar de nuevo en su vida es ver que verdaderamente te importa. Es decir, si ella se fijó en ti es porque algo realmente bueno debió de haber visto en ti y lo digo en el mejor de los sentidos —aclara—. Demuéstrale que el Jack que conoció en aquel bar y frecuentó durante varias semanas sigue vivo y es el mismo que quiere luchar por su hijo. Demuéstrale a esa chica que en verdad te importa, que quieres estar a su lado y a lado de tu hijo, seguro así va a perdonarte Jack.

—No estoy tan seguro Blake... —Niego, mi amigo suspira antes de volver a hablar.

—Nada vas a lograr estando aquí sin hacer nada y lamentándote de lo idiota que has sido y eres. —Habla acercándose—. ¡Ve! Enfrenta el problema. ¡Pelea! ¡Gana!

Suelto una risa en cuanto escucho que ha citado una de las frases de la película de los Increíbles.

—Lo sé, esa frase de Edna Moda quedaba perfecta para este momento —expresa soltando una risa—. Verla más de diez veces ha tenido consecuencias.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora