Después de aquella tormenta de nieve, la princesa fue con su amigo alquimista para darle su apoyo aunque ya era demasiado tarde. Sin embargo, ella estaba allí, lo cual calmó el corazón del pequeño, evitando que se derrumbase por la pérdida de su pa...
-Parece que te diviertes- se escuchó una voz desde la puerta. Varian la conocía. -Rapunzel- dijo alegre. –Qué bueno que vienes. Ven, ven- dijo y le hizo un gesto con la mano para que se acercara al escritorio. La princesa caminó hacia él, sonriendo ampliamente. - ¿Qué sucede? - preguntó colocándose tras él y viendo sus apuntes por sobre el hombro de Varian. -Mira- contestó girándose y mostrándole una hoja muy cerca de su cara. Ella parpadeó un par de veces ante la sorpresa, después la tomó para leerla. - ¿Recuerdas que me dijiste que los campos de Corona estaban siendo atacados por una plaga? Creo que tengo la solución para acabar con ellos, pero no dañar los plantíos. Algo así como un insecticida. -Oh, ¿en serio? – decía Rapunzel con los ojos muy abiertos viendo a su amigo. –Eso sería estupendo, las cosechas están en riesgo de ser dañadas severamente. Entonces...- fue interrumpida. -Alteza – dijo Nigel desde la entrada con su tono duro y elegante. –Es hora para su reunión con la duquesa de Memsphire. -Oh, claro. Por poco lo olvido – dijo Rapunzel riendo nerviosamente mientras daba un ligero golpe su mano derecha en su frente. –Adelántate, ya te alcanzo. -Me quedaré aquí, si no le molesta, alteza- replicó al instante. –No me parece correcto dejarla sin vigilancia- dijo con seriedad mientras veía a Varian. El chico lo notó.
El día de la tormenta, cuando Varian vino a rogar la ayuda de Rapunzel, se había iniciado un rumor que decía que él había atacado a la princesa. Había sido muy duro hacerle ver a los pueblerinos que eso no era cierto, y aun así había unos cuantos que seguían sin creerlo y lo miraban con desconfianza e incluso con desdén. Como en este caso. Nigel nunca estuvo de acuerdo en recibir a Varian en el castillo, lo llamó inestable y peligroso. Varian lo sabía, así que siempre había roces entre ellos y las miradas del sirviente eran como cuchillos para Varian.
-Estoy bien, Nigel. No te preocupes – dijo la princesa con incomodidad ante la situación. –Varian no me haría daño. -Yo no diría lo mismo, alteza. No es mi trabajo confiar en criminales – dijo Nigel con recelo causando volver notoria la molestia de Varian. –Aunque tal vez sea el suyo, después de todo, este chico sería el segundo si contamos al señor Ryder. -Basta – ordenó Rapunzel. Se giró para ver a Varian. –No lo escuches, sigue con tu experimento. Se lo comentaré a mi padre y seguro le encantará – acarició su hombro y se fue por la puerta.
Varian se giró volviendo a sus notas para evitar la mirada acusadora de Nigel quien seguía en la entrada. Nigel no quería a ese "niño problemático" en el castillo, ese niño que había "matado" a su propio padre. Los accidentes ocurren, pero un accidente como ese era muy sospechoso.
Nigel sentía que la princesa era muy indulgente con las personas que no lo merecían. Lo había aceptado con Eugene porque nunca le había visto atacar a la princesa, pero Varian era distinto, sus ojos lo habían visto perder la calma y tomar con fuerza los brazos de la princesa mientras gritaba. Era claro que no podía controlarse y que era cuestión de tiempo para verle estallar y hacerle algún mal o daño irreparable a princesa.
Él era leal a la Corona, y haría lo que fuese necesario para proteger a la familia real. Sus ojos abandonaron la espalda del niño y se centraron en ese matraz en la mesa de trabajo del niño, había varios polvos a su alrededor. Colores brillantes, poco naturales que alertaban a una parte de él. ¿Qué cosa tan peligrosa estaría haciendo esta vez? No dejaría que pusiera a alguien en peligro, debía detenerlo justo en ese momento. Miró nuevamente los polvos extraños y sonrió levemente.
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[nota de la autora: Segunda parte. Espero que en serio les guste y sí, odio muchísimo a este narigón ]
