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—¡Eres un idiota, un maldito idiota, no me vuelvas a buscar en la vida! —Grito enojada mientras entro al elevador y cuelgo la llamada tirando el celular sin importarme si se daña.

—¿Estás bien? —Pregunta una voz grave a mi lado sorprendiendome.

Creí estaba sola, eso me pasa por no mirar.

—Estoy perfecta.

Limpio bruscamente las lágrimas.

Odio los ascensores por eso prefiero las escaleras, siento que estos se caerán en algún momento.

Las luces parpadean y se detiene de golpe, no puede ser que esto suceda, es el destino queriendo mantenerme lejos de los ascensores.

—Mierda de suerte. —Susurro y me siento.

—Creo que se ha ido la luz, ya no tengo el internet de mi casa.

—¿Vives aquí?

Quizás no debí mostrar tanto asombro, tampoco es como si conociera a todos.

—Hace tres años, ¿tú?

Al menos no soy la única que no conoce a todos los vecinos.

—Hace cuatro.

Recojo mi celular mirándolo arrepentida ahora que me he calmado, él pobre no tiene la culpa y yo no tengo dinero para otro.

¡Está vivo!

Funciona, grito feliz y por suerte todo está oscuro ya que así no veo si el chico me mira como loca.

Vuelve la luz, hola libertad, adiós ascensor.






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¡Hola!

Espero les guste este primer capítulo y voten o comenten.

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora