24.- Encuentro desastroso (*)

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JACK

Saber que Montse había ido a su cita con el médico sin siquiera avisarme había logrado molestarme, y aún más la actitud de Amanda quien parecía encantada de echarme eso en cara cuando había ido a ver a Montse al estudio de moda.

Sin embargo, sabía que eso era solo una pequeña parte de lo que yo en verdad merecía por todo lo que le había hecho. Y ahora, solamente esperaba que eso no volviera a repetirse, ya me había perdido casi cinco meses del embarazo de Montserrat y no estaba dispuesto a seguir perdiendo más.

—Vaya, me alegra saber que al fin has reaccionado —pronuncia Adler mientras adopta una postura cómoda en el sillón en el que se encuentra sentado. La sonrisa que adorna su rostro me confirma que está más que de acuerdo con la decisión que he tomado de estar al lado de Montse, después de todo, él fue la primera persona en insistirme para que lo hiciera.

—De hecho, lo hice hace un poco de tiempo —confieso—. Solo que ella no me había dejado acercarme, hasta ahora.

— ¿Y qué esperabas? ¿Qué te recibiera con los brazos abiertos? —inquiere elevando una de sus cejas.

Le lanzo una mirada de fastidio.

—A veces eres tan odioso, ¿lo sabías? —cuestiono—. No sé por qué me molesto en decirte estas cosas.

—Porque sabes que soy el único que entiende —expresa—. ¿Le has dicho a nuestros padres?

—Mamá lo sabe desde hace unos meses, en cambio nuestro padre se enteró apenas unas semanas. Él es quien más se opone a que mantenga el contacto con ella.

Adler plasma una mueca en sus labios de manera casi instantánea.

—Uh, era de imaginarse —responde—. Pero después de todo sigue siendo de la familia Morgan, él no ha sería capaz de hacer nada en contra de ellos. Además, es entendible, ¿recuerdas a esa chica que se inventó el embarazo y le armó una escena en sus oficinas? Amenazó con demandarte y no se cuanta cosa más, es lógico que papá reaccione así.

—No, no es lógico porque ya le he asegurado que el hijo que Montserrat espera es mío. Pero no lo cree. Quiere que los mantenga lo más alejados posible. Y creo que, si le hago creer que es de esa forma, nos dejará en paz.

— ¿Y planeas esconder a tu hijo por el resto de su vida? —cuestiona con incredulidad. —Jack, hermano al parecer tu no dejarás jamás de ser un imbécil.

— ¿Por qué? Es lo mejor para ellos y...

— ¿Estás escuchándote? ¿Cómo crees que lo tome la madre? —inquiere —Dios mío, seguramente con esto te manda directito al caño Jack. Eres increíble.

—Adler conoces a nuestro padre. No estoy dispuesto a dejar que les haga algo.

—Lo sé, pero escondiendo a tu hijo no es la mejor opción, es más, ni si quiera debe de ser una opción. —responde colocándose de pie—. Lo que tienes que hacer es hacerle entender a nuestro padre que en verdad es tu hijo, cuando él sepa de verdad que es su nieto, entonces ahí si los dejará en paz.

Suelto un suspiro frustrado mientras me recuesto en el sillón.

— ¿En qué momento mi vida se tornó tan complicada? —cuestiono en medio de un quejido cerrando los ojos.

Siento algo impactar contra mi abdomen y abro los ojos para mirar que es lo que ha sido. Uno de los cojines se encuentra sobre mí torso.

—Jack, estás actuando como un verdadero chiquillo. Hombre, ponte los pantalones y enfrenta esta situación. Mira, estoy seguro que, si intentas hablar con papá, puedes llegar a un acuerdo con él.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora