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Sehun se levantó más temprano de lo usual aquel domingo por la mañana. Con los ojos entrecerrados se vistió con las primeras prendas que encontró, las cuales resultaron ser más cómodas de lo que había esperado. Se lavó la cara y cepilló sus dientes en tiempo récord antes de dirigirse a la sala, donde ya lo esperaba la maleta que había hecho la noche anterior. Estaba seguro de que Yixing lo miraría mal por el tamaño de la valija, pero a él le gustaba empacar cosas extra en caso de que una emergencia se presentara.

Antes de partir a la residencia de los Zhang se aseguró de que todo en su departamento estuviera en orden y que todo lo que debía llevar estuviera en su equipaje o en su mochila. Salió con un suspiro y rezó internamente porque no hubiese olvidado nada.

El viaje a la casa de Yixing fue corto, a esas horas aún no había muchos autos por las calles, lo cual era perfecto. Tampoco había muchas personas en las aceras, tan sólo aquellas que gustaban de ejercitarse y que salían por una caminata o una carrera matutina.

Aparcó frente al edificio antes de que dieran las nueve de la mañana, y aunque creyó que estaría en el lugar algunos minutos antes que ellos, frente a él ya estaba una camioneta de la academia de baile de la que Yixing ahora era director.

Bajó del auto para ayudar a su mejor amigo a subir sus maletas, a pesar de que sus alumnos ya estaban a punto de hacerlo. Yixing le miró aliviado y señaló con la cabeza a Minho, quien ya estaba vestido y esperaba por él en un pequeño escalón.

—Pensó que no llegarías —dijo el mayor, volviéndose hacia él después de que terminaron de subir todo el equipaje.

Sehun miró al niño y no pudo evitar que una pequeña sonrisa apareciera en sus labios.

—Prometí que lo cuidaría, ¿o no?

—Lo hiciste —asintió Yixing, con una mirada agradecida—. ¿Estarán bien?

—Lo estaremos. Puedes irte tranquilo, no incendiaremos la casa.

Yixing soltó una suave risita y sonrió, más convencido que antes. Se acercó a su hijo para abrazarlo una vez más, besó sus mejillas y luego su frente. Aquella sería la primera vez que se separarían por tanto tiempo.

—Llamaré todas las noches —prometió el mayor—. Cuida del tío Sehun.

Minho movió la cabeza en señal de afirmación.

—Lo haré.

—¿Serás bueno con él?

—Sí, papá.

Alejarse de su hijo fue difícil, pero Yixing logró caminar hasta la camioneta una vez más, donde Sehun hablaba con algunos viejos amigos de Yixing que ahora se habían convertido en profesores. Se despidió de ambos antes de girarse y hacer lo propio con su hyung, quien le abrazó fuerte.

—Llama si algo ocurre, estaré aquí de inmediato —susurró Yixing.

—Eso no sucederá. Disfruta del viaje y vuelvan con ese premio.

Yixing se separó, más animado que antes por la mención del trofeo. Subió en el asiento del copiloto de la camioneta y agitó su mano en señal de despedida. Minho imitó a su padre, hasta que el vehículo avanzó y se perdió a la distancia.

—¿Te gusta la carne asada? —preguntó Sehun, rompiendo el silencio que se había formado.

Mino giró el rostro y frunció el ceño, sin entender por qué su tío le preguntaba eso.

—Sí, me gusta mucho.

—Mi familia se reúne algunos domingos para comer juntos —explicó—. Iremos después de que suba mis maletas, ¿está bien?

Loco por él  [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora