47. ¿Esto es un maldito juego para ti?

56.6K 5.1K 4.4K
                                    


Como todos los sábados en los que tocamos, me entrego a la música.

La abrazo y permito que me envuelva, que procure llevarse la rabia que me invade esta noche por ver a Brenda al lado de Malcom. Por haberme peleado con ella. Porque nos hemos visto y ni siquiera nos saludamos.

Me encuentro en escena ahora. Me desinhibo, me esfuerzo por enfocarme y disfrutar del concierto. Pero la música no me responde hoy. No me ayuda a aplacar mi enojo. Es como si me estuviera criticando el hecho de haber sido tan tonto para permitir que ese idiota se interponga entre Brenda y yo.

Estoy molesto, agitado. Y, como siempre que me enojo, no puedo hacer las cosas bien.

Distingo entre el público a una fanática que acude a cada uno de los conciertos y con la que he entablado conversaciones antes. Tiene una armoniosa voz, lo sé. Por lo que me acerco al borde del escenario y le alcanzo mi mano. Ella me muestra una sonrisa y se coge a mis dedos al momento en que la impulso hacia arriba. Le paso el micrófono y lo compartimos durante varios versos.

Me aseguro de no mirar a Brenda, en los minutos en que dura esa canción, a pesar de que me encantaría presenciar el enojo que debe causarle ver que me muestro alegre y bien acompañado.

La música termina y la chica baja del escenario, no sin antes darme un beso en la mejilla y una nalgada. La mitad de las chicas del lugar le profieren abucheos y yo le lanzo una mirada de triunfo a mi novia. Ella me aniquila con la vista. Y Malcom aprovecha el momento para pasar un brazo por encima de sus hombros y atraerla más hacia él.

Muy bien, estúpido. La estás lanzando a los brazos del enemigo.


—¡No lo soporto! —me quejo con Bruno, una vez estamos instalándonos en la mesa del grupo—. ¡No puedo creer que no me hayas dejado golpearlo antes!

—No seas tonto... Él no hacía más que molestarnos. Era obvio que estaba buscando que alguno de los dos reaccione, para que lo golpeemos y quedemos como los malos tipos que dice que somos.

Es verdad. Cuando nos quedamos solos, Malcom le había dicho a Bruno que Stacy jamás lo perdonará por haberla engañado. Y, a mí, que Brenda me considera un idiota y nunca me haría caso. Eso me molestó tanto que no pude evitar decirle que ella es mi novia. ¡Y se puso furioso! Empezó a provocarme aún más. Hasta que no me pude contener y terminé haciendo lo que él esperaba que hiciera.

—Pero, si aún quieres golpearlo, obviamente te apoyaré —continúa mi amigo y, aunque deteste admitirlo, la idea suena tentadora—. Podemos pedirle a Vanesa que distraiga a las chicas, mientras nosotros llevamos a ese perdedor al callejón del costado y le damos su merecido.

—Si hacen eso, Brenda y yo nunca volveremos a hablarles —le advierte Stacy, quien se está acomodando a su lado y ha escuchado.

Él se encoje de hombros.

—Siempre podemos buscar un nuevo dúo de hermanas —propone—. Mellizas, la próxima vez, por favor.

Stacy le golpea el hombro, mientras Fran y yo reímos a carcajadas.

Desde que Stacy y Bruno se enteraron de nuestro noviazgo, no tenía sentido seguir ocultándoselo a Vane y a Fran, puesto que ellos no tienen contacto con nuestras familias o compañeros.

—¡Míralo! —mi risa se diluye al momento mismo en que veo a Malcom, a unos pasos de nosotros, tomando la mano de Brenda de nuevo—. ¡No la suelta un minuto!

—Tal vez sí necesita unos buenos golpes...

—Espero que no estén hablando de mí —comenta una voz conocida, a mis espaldas.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora