25.- ¿No es increíble? (*)

65.7K 3.8K 342
                                    

JACK

Cuando nos estacionamos frente al edificio de Montserrat, logro distinguirla a unos cuantos metros de donde nos encontramos. Parece platicar con un chico, por lo que me tomo algunos segundos debatiendo si debo bajarme del auto o esperar a que el chico se marche. Al final, decido bajarme para ir hacia donde ella se encuentra.

—¿No crees que vayamos a interrumpir algo? —Inquiere Adler mientras guarda las llaves del auto dentro de uno de sus bolsillos.

—No lo creo —Respondo —Ella me lo hubiera dicho.

—Oh, si, como si ella tuviera la obligación de decirte todo —expresa mientras bajamos del auto. —Creo que debemos esperar aquí.

—No, vamos.

Adler no dice nada más, mientras nos acercamos hacia donde ella se encuentra puedo percatarme de que Montserrat luce cada vez más nerviosa. Me lanza rápidas miradas para después centrar su atención en el chico que se encuentra frente a ella y el cual nos da la espalda a nosotros.

—Hola —saludo. El chico voltea en cuanto escucha mi voz y entonces lo reconozco.

Él tampoco parece muy feliz de verme, de hecho, luce como si quisiese golpearme ahora mismo y lo cierto es que no lo culpo. No cuando fue testigo de una pequeña parte de mi manera de tratar a Montserrat.

— ¿Qué haces aquí? —inquiere con brusquedad—. ¿Vienes a insultarla de nuevo?

Soy consciente de que se ha puesto a la defensiva, sus manos se encuentran echas puños y las mantiene a los costados de su cuerpo, avanza un par de pasos hacia donde me encuentro y coloca a Montse justo detrás de él. Ella me dedica una mirada suplicante, como pidiendo que no haga nada.

—No —sentencio centrando mi completa atención en él—. Montse y yo la hemos arreglado lo sucedido entre nosotros. No planeo volver a faltarle al respeto.

El chico luce como si le hubiese dado un golpe, se gira hacia Montserrat dándome la espalda.

—¿De verdad lo perdonaste? —inquiere, la incredulidad tiñe por completo el tono de su voz. Adler y yo nos miramos, es mejor mantenerme al margen de esto por lo que retrocedo un par de pasos, esperando que esto acabe pronto y podamos continuar con la comida que teníamos planeado.

—Te dije que si interrumpiríamos algo—sentencia casi en un susurro.

—Dave por favor, no necesito que tú también me reclames —pide Montse—. Tengo mis motivos para hacerlo.

—¿Es que tú eres tonta? —Montserrat parece sorprendida ante lo que el chico le ha dicho.

—No podíamos estar disgustados por siempre —intervengo—. Por el bien de nuestro hijo teníamos que mantener una relación sana.

—Oh, vaya ¿ahora si es tu hijo? —ruedo los ojos. Sí, me había equivocado, pero no era para que me recordaran a cada segundo que había cometido el inmenso error de dudar sobre mi paternidad.

—Siempre ha sido mío —respondo con firmeza—. Solamente cometí un error, pero eso no es algo que tenga que explicarte a ti. Ya aclaré todo con Montserrat y lo que ella piense es lo único que me importa.

El chico pasa una de sus manos sobre su rostro luciendo totalmente frustrado.

— ¿Por qué? —inquiere — ¿Caleb y Luke ya lo saben? Montserrat estás cometiendo una grave equivocación. Éste imbécil no merece la pena.

—Puedo escucharte ¿Sabes? —inquiero cruzándome de brazos comenzando a cansarme —Montse ya tomó la decisión de dejarme estar en la vida de mi hijo, deberías dejarlo ya.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora