XXXIII

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Sentada frente a la ventana admirando el inció del otoño, las hojas de los grandes árboles que ahora eran color marrón oscuro caían una a una como volando aunque más bien cayendo y los días habian pasado como esas hojas una por una pasaban frente a ella y su inmensa tristeza y soledad y con ella también su hijo que amaba cada día más le da esperanza, tocó su ya abultado vientre sobando lentamente dándole calor de madre, en la mañana temprano la había revisado la partera, todo estaba bien le recomendó que descansará mucho, que comiera muy bien ya que ahora lo estaba haciendo por dos la quería fuerte para el día del parto ya que le dijo que por su peso que era muy esbelta no podia estar débil, suspiro cerrando los ojos y ese dolor en su pecho aún seguía presente justo en su corazón, pero debía pensar en su hijo en este niño que sería ahora la única luz de su vida por el sería una mujer valiente..

— Le traje un plato de frutilla. — le dijo Rose que dejaba el plato en una mesita detrás de ella, pero Rey parecía pérdida en sus propios pensamientos y preocupaciones. — Rey, ¿estas bien?. — tocando su hombro levemente.

Rey giró hacia arriba para ver a su única compañia a su única y verdadera amiga la única familia que aún tenía.

— Me encuentro bien Rose muchas gracias, — y de nuevo posó su mirada hacía la ventana. — simplemente me encuentro admirando el otoño, es hermoso ¿verdad?.

— Si, — se acercó.— el otoño es como el inicio del final. — tomando su mano e incandose a su lado.

— Tienes razón, debería haber admirado más el otoño puesto que es la realidad de la vida todo acaba todo se marchita pero de nuevo inicia es la realidad de la vida todo acaba para empezar de otro modo pero igual funcional, que tonta fuí al amar la primavera que solo es un estado pasajero nos invita a creer que siempre estará soleado cuando en realidad todo acabará — su mirada sumida en un dolor toda su alegría se estaba cayendo, era como que si estuviera marchitando y tan pálida.

— No deberia pensar en esas cosas, — tomando su rostro. — debe estar dichosa. — posando su mano en su vientre. — por este maravilloso ser que crece dentro suyo, — retiro su mano esperando una respuesta.

— Si estoy feliz, aunque no se noté,— queriendo sonreír.— solo que lo extraño demasiado. — queriendo llorar, pero en ese momento algo se movió dentro de ella sorprendiendola y haciéndola sonreír como nunca lo había hecho en mucho tiempo.

— ¿Que fue? — preguntó Rose al verla sonreír.

— Se movió. — dijo riendo y tocando con sus manos lo ancho de su vientre. — es hermoso, mi bebé se movió. — se sobresalto de nuevo. — de nuevo lo hizo.— sonriendo aún más.

— El le dice de alguna forma que todo va a estar bien. —  le dijo su amiga con una sonrisa llena de amistad y luz. — es como si la reconfortara la amina.

— Creo que si,— llorando pero esta vez de alegría. — por mi bebé por mi hijo estaré en bien seré fuerte por el. — decidida a luchar por el bienestar de ambos.

De una u otra manera su hijo le daba esos esos animos esa esperanza para seguir en pie seguir viva y ver hacia el futuro no caminaria este sendero sola no lo estaba ya nunca más su hijo era su todo por el ella viviría por el y solo por el.


Después de algunos meses en cama y no poder salir de su habitación por orden del médico, ahora Leia había salido al jardín, aun le dolía el Cuerpo ya que su enfermedad era grave pero aún se sentía con ánimos de vivir además de que ya estaba al pendiente de todo lo que había pasado con Ben y Rey deseaba correr tras el pero la enfermedad la tenía postrada sumándole que Ben solía ir una o dos veces a verla y aunque le contó que hecho a Rey de su lado y un monton de cosas más que parecían una locura y celos sin sentido ella trataba de estar tranquila, Maz le había dicho que lo tomara con calma aunque fuera grave porque lo era tenía que cuidarse y ya vendría el momento de ser fuerte y enfrentar a su hijo.

AMOR ETERNO Where stories live. Discover now