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—¡Aléjate de mi novio!

Escucho que gritan a mis espaldas, volteo para saber a quién va dirigido el grito pero apenas lo hago mi mejilla arde y mi cara se a volteado levemente.

Pongo mi mano en la mejilla y miro enojada a la persona que me a golpeado. Enojada le devuelvo la cachetada y antes que es poco.

—¡¿Quién demonios eres tú y por qué me pegas?! —Pregunto en un grito enojada terminando así de llamar la atención de los demás.

—¡No te hagas, si tu sales con mi novio!

Miro a la chica con el ceño fruncido, no entiendo nada.

—¿Ashton es tu novio? —Pregunto confundida ya que él es el único chico con el que me hablo.

—¡No! —Responde y rueda los ojos. —¡Richard!

Ahora estoy más perdida.

—Mira, yo no conozco a ningún Richard, te equivocaste de persona.

—¿Tú eres Marla? —Pregunta y yo niego. —Ay, yo... yo lo siento, no quise.

La ignoro por completo y me voy con dirección al baño para mirar si tengo alguna marca.

Aparte de mi mejilla roja no hay nada más.

Echo agua a mi cara, me seco y salgo para seguir con mi trabajo.




—No te rías tarado, no es algo divertido. —Digo mientras golpeo con el cojín a Ashton.

—Perdona. —Logra decir entre risas. —Es que, me imagino la vergüenza de la chica al ver que no eras a quien buscaba.

—Igual no entiendo, se supone que a quien debería de golpear es al novio, él fue el infiel y quien se quiso meter con otra sabiendo que tiene novia.

—Creo que ya no tiene. —Comenta obvio, vuelvo a pegarle.

Estos días viviendo con Ashton han sido buenos, mi padre no ha venido a molestar ni me los he encontrado y por suerte Ashton no es de las personas desorganizadas ni nada de eso.

Además de que entre ambos hay mucha confianza así que él puede estar en boxers cómodamente y yo puedo estar en bra sin incomodidad ni sentirme observada de forma morbosa.

—Debemos hacer las compras, pedir tanta comida chatarra no es bueno. —Comento mientras cambio de canal.

—¿Por qué no?

—Terminaremos siendo bolitas como en Los padrinos mágicos.

—Pero unas bolitas felices.  —Señala sonriendo y acariciando su poca barriga.

—Buen punto. —Susurro pensativa. —Pero no es bueno para la salud.

—Está bien, las haremos pero seguiremos comiendo nuestra comida chatarra.

—No dije que no lo haríamos, me refiero a que no sea todos los días a toda hora.

Lo admito, soy fanática de la comida chatarra y en especial de la pizza pero todo en exceso es malo, puede traer problemas de salud y no quiero eso, ni para mi ni para el perezoso que tengo de compañero.

El chico del ascensor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora