Capítulo 18.

78.6K 8K 3.2K
                                    




Leia estaba más nerviosa que yo, así que lo único que hice para tranquilizarla fue sostener su mano con la mía. Un error que cometí delante de mi padre. Y en vez de intentar solucionarlo, entrelacé los dedos con los suyos ante la calidez que sentí. Ella se sintió protegida, y yo de alguna forma muy extraña me sentí cómodo. Parecía que nuestras manos se habían reencontrado después de tanto tiempo buscándose.

Tuve que airearme tirando del cuello de la camiseta, sentí un calor que azotó hasta mis mejillas; seguramente se tiñeron de color. Zarandeé la cabeza, y con una sonrisa miré a mi padre, el cual seguía allí, mirándonos sin poder creer lo que estaba viendo.

Y si en algún momento pasó la idea por su cabeza de que Leia y yo nos veíamos a escondidas, estaba muy equivocado. Pero teníamos un problema: Yo lo incité a que lo pensara y no estaba dispuesto a ayudarlo para que creyera lo contrario.

Me armé de valor, y di unos pasos hacia delante, quedando cara a cara con el hombre que me dio la vida y tanto admiraba. Cuando sentí que Leia se quedó atrás, empujé su cuerpo hacia delante con la mala suerte que tropezó con sus zapatos. Al menos no cayó al suelo. Se acomodó sobre mi cuerpo mientras que se sostenía gracias al brazo que rodeó mi cintura.

—¿Vosotros dos...? —No terminó la pregunta.

Bajé la cabeza, encontrándome con esos curiosos ojos claros que se cerraron al darse cuenta que nuestros cuerpos seguían muy cerca. Leia mantuvo su rostro sonrojado, era la única que no estaba ahogándose del extraño calor que apareció.

—Hemos venido a hacer los deberes.

Primera mentira.

—¿A las 10:00 de la mañana? —mi padre, un hombre listo, siguió insistiendo.

—Nos han dejado salir antes.

Segunda mentira.

Leia se levantó con cuidado, y siguió aferrándose a mi mano.

—¿Dos cursos diferentes? —Alzó la ceja.

—Creo que han salido todos los cursos.

Tercera mentira.

Estaba solo. La pequeña Ross no parecía dispuesta a ayudarme.

—¿Por qué habéis salido antes?

Si seguía interrogándome, acabaría delatando a mi madre.

—Nos han mandado deberes.

Cuarta mentira.

Por poco mi padre se llevó la mano a la cabeza, avergonzado de que mintiera tan mal como mi madre.

—E imagino que vosotros dos habéis elegido hacer el trabajo juntos.

—Sí.

Quinta mentira.

Él miró a Leia, la cual, durante unos segundos dejó de temblar y después se puso en modo vibrar. Lo temió, y eso que únicamente la estaba observando para que dijera alguna cosa.

—¡Nos hemos besado! —no aguantó más. Leia ocultó su rostro en el costado de mi cuerpo. —Lo siento.

Mi padre no me castraría, pero Ginger sí si llegaba a enterar.

—No le digas nada a mamá —supliqué, y de alguna forma desvié su visita a COME Y DISFRÚTA DEL PLACER.

Se rascó la nuca y me apuntó con el dedo.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora