Aguardé afuera de la habitación de Diego y en cuanto estuvo listo, es decir, vestido con una camiseta y unos jeans del color de su clan, nos encaminamos hacia el sitio que Emery me había dicho. Era la zona de entrenamiento de los estudiantes de segundo año y en realidad no se diferenciaba demasiado de la nuestra. El frío que variaba debido a los cambios de clima en la primavera se transformó en un agradable calor gracias al fuego. El centro de la atención fue ocupado por una bonita fogata que había sido preparada por los nacionalistas. La gran cantidad de espacio disponible les daba la libertad de pasear sin estar apretados. En la lejanía se podían ver los jardines y muros que rodeaban a la academia. Para cuando llegamos el resto de los Construidos se habían dispersado y debido a ello escogimos sentarnos solos en uno de los troncos de madera que servía como un asiento y nos pusimos a charlar acerca de Historia de Dos Ciudades, la manera en que abarcaba una parte fidedigna, el modo en que criticaba el abuso de poder y la pena de muerte sin distinción del crimen hasta que la conversación se desvió a un tema que no debíamos tocar.
―¿Y qué opina acerca del final? ―preguntó Diego.
―Exageradamente trágico ―respondí sin entrar en detalles.
―Explíquese.
―No es que no quiera, es que no debo ―me negué, evitando hablar del devaneo presente en la historia.
―No debe, pero sigue pudiendo.
A él le fascinaban las diferencias entre querer, deber y poder hacer algo.
―Usted es una mala influencia para mí.
―Créame cuando le digo que todavía no ha caído bajo mi influencia ―formuló con la clásica diversión que habitaba en su tono.
―¿Qué significa eso?
―Volvamos al libro ―pidió sin contestarme.
―Bien. Yo no entiendo cómo pudo sacrificarse de ese modo por el esposo de la mujer que él decía amar, en vez de dar un paso al costado y listo. ¿Qué beneficio sacaría él de eso? ―me quejé, reviviendo el sufrimiento que obtuve gracias a la trama. A esas alturas no me importaba hablar de romance, necesitaba desahogarme.
―Supongo que no buscaba ningún beneficio o retribución por amarla. Dicen que el amor no es interesado.
―Suena igual que un cuento de hadas.
―Así es la ficción histórica.
En consecuencia, pensé en las páginas de ese gastado libro y que decían que ese sentimiento no se veía, se sentía, y siendo sincera sonaba como una enfermedad tramposa o una especie de debilidad. En un mundo donde los que te rodeaban eran cobardes que ocultaban sus emociones y la gente sin sentimientos se consideraba dioses, ser sensible te convertías en tu propio castigo y lo peor era que no tenías ninguna culpa. No todos los dioses merecían ser alabados.
―¿Realmente cree que valía la pena morir por ello?
―Dudo tener una respuesta para eso. Ambos sabemos que es mucho más difícil vivir, como también sabemos que los escritores pueden ser asesinos crueles de las emociones de sus lectores.
―Exacto ―coincidí y me mordí el labio inferior―. Yo quisiera ser escritora.
―Eso explica muchas cosas.
Contuve el impulso de rodar los ojos.
―Solo diré que creo que este hecho resalta la realidad del asunto. Al final de todo, el amor es dolor.
―Y sentir es morir ―terminó por mí, pensativo―. Aunque yo considero que definir algo intangible es como mentir.
―¿Por qué?

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Construidos
Science FictionDinastía decapitada I "Si el amor te lastima, solo apaga tu corazón. Literalmente." Tras prohibir cualquier tipo de sentimiento, el reino se ha consolidado en el 2084 y está dividido por los clanes dirigidos por las familias de élite con la suprema...