29.- Amenazas (*)

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Montserrat

Me sentía nerviosa, podía sentir mi corazón latir con fuerza contra mi pecho. La sensación de nerviosismo no parecía querer reducirse, al contrario, parecía que con cada segundo que pasaba se incrementaba aún más.

Mientras caminamos hacia la entrada de la gran casa que se alza sobre nosotros, me repito mentalmente que nada va a pasar ¿Qué de malo podría pasar de conocer a los padres de Jack?

Jack había sido demasiado insistente, al final, me había convencido en que nada malo pasaría, de cualquier forma, él estaría conmigo. Adler también estaba invitado a la comida, por lo que eso lograba darme cierta tranquilidad.

Dave, mis hermanos e incluso mi madre habían opinado que era realmente una mala idea venir, sin embargo, no me habían impedido hacerlo. De una u otra forma tendría que conocer a los abuelos de mi hijo, no es como si nunca nos fuésemos a encontrar. Agradecía no haberles dicho sobre la amenaza que el padre de Jack había hecho, porque de lo contrario estaba segura que ninguno de ellos me dejaría poner si quiera un pie en la casa de los Morgan.

Lo que más nerviosa lograba ponerme, era el hecho de pensar en cómo reaccionaría el padre de Jack, aunque él me había repetido que su padre estaba al tanto de mi llegada a su hogar, eso no hacía que bajara la guardia. No podía permitirme estar tranquila con un hombre con el propósito de dañarnos.

—Tranquila linda, no va a pasar nada —Jack dice prácticamente en un susurro cuando nos detenemos frente a la puerta, toma mi mano y su acto me hace sentir un poco más segura.

Coloco la mano que me queda libre sobre mi vientre mientras esperamos que nos abran la puerta.

Una señora de aproximadamente sesenta años de edad nos abre, una sonrisa gigantesca aparece en sus labios en cuanto ve a Jack y no tarda en envolverlo entre sus brazos. El lazo de nuestras manos se rompe cuando él me suelta para poder abrazarla.

—Nana, ella es Montse —dice Jack cuando se ha separado. Toma mi mano nuevamente mientras me acerca a su cuerpo.

—Hola cariño, es un gusto poder conocerte al fin—. Me abraza tal y como lo ha hecho con Jack y luego su atención pasa a mi vientre.

—El gusto es mío —Respondo con una pequeña sonrisa.

Una sonrisa sincera se coloca en mis labios cuando comienza a hablar de lo emocionada que está de que Jack vaya a ser padre y de lo maravilloso que será como tal. No me atrevo a decir nada más, simplemente permanezco en silencio con una sonrisa gigantesca en el rostro.

—No les robo más su tiempo, sus padres lo esperan en el comedor —informa haciéndose a un lado para dejarnos pasar.

La casa es aún más impresionante por dentro, la decoración es bellísima. Alguno de los padres de Jack debería ser fanático del arte puesto que las paredes están repletas de obras de artistas que ahora no logro reconocer.

—Tú casa es impresionante —expreso conforme caminamos hacia el comedor.

—Supongo que sí —responde con una pequeña sonrisa. Pasados algunos segundos, hemos llegado al comedor.

—¡Jack, cariño! —La voz entusiasmada de una mujer con gran parecido a Jack que luce verdaderamente joven se hace escuchar. Entonces la reconozco, es la misma mujer con la que accidentalmente choqué en el centro comercial.

Ella parece reconocerme de igual forma, porque se detiene en el momento justo que se encuentra caminando en nuestra dirección.

—Te he visto en otro lugar —dice mirándome detenidamente —Eres...eres la chica del centro comercial.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora