Capítulo 14

3.1K 387 17
                                    

Neo

Me remuevo incómodo en la cama, intento girarme, pero algo en el brazo me incomoda. Estiro mi brazo para deshacerme de cualquier cosa que se interponga en mi camino para seguir durmiendo y un dolor punzante atraviesa mi brazo provocando que abra los ojos de inmediato.

Lo primero que viene a mi es la confusión al ver la pequeña manguera transparente en mi brazo, por un segundo siento como si no hubiera visto una así en mi vida, pero solo se debe al estupor por recién despertar. Luego capta mi atención la alfombra, sí, la alfombra tiene un patrón complicado, muy clásico, pero lo que llama mi atención no es la fineza, sino que no la conozco de nada. Lo que me lleva a levantar la mirada y confirmar mi temor. No sé dónde puta estoy.

Como si el cielo escuchara mis pensamientos, de hecho, creo que si lo hace. Phoebe aparece en la puerta y dejo salir el aire que estaba conteniendo sintiendo el alivio recorrer mi cuerpo. Y es que no suelo ser tan niña y asustarme por todo, pero cuando uno es famoso sabe que despertarse en un lugar que no conoce con algo conectado al brazo es algo por lo que cagarse de miedo.

Phoebe me mira divertida y se acerca a mí.

—Casi te has arrancado la vía.

—Phoebe —digo con alivio—. ¿En dónde estoy? ¿Qué pasó?

Ella suspira y cambia su expresión, ahora me da una mirada seria y reprobatoria.

—Pues que tú, te desmayaste por cansancio y por no cuidarte. Si no fuera por Sarah que te vio en el momento justo, ahora serías comidilla de toda la prensa.

—¿Qué me desmayé? —pregunto confuso y es evidente que mi estúpido cerebro aún no funciona bien porque luego me doy cuenta de la parte más importante—. ¿Sarah? ¿Qué Sarah?

Phoebe enarca la ceja, estoy seguro que en este momento debo parecer un loco de remate, pero para mí es algo muy importante.

—La amiga de Athan.

Paso mis manos por mis cachetes con dramatismo, al puro estilo de la famosa pintura El grito de Edvard Munch.

La mirada de Phoebe mira nerviosa hasta la puerta.

—¿Está aquí?

—Dónde más querías que esté. Ahora está descansando en la habitación contigua...

No me quedo sentado a la espera de que termine de hablar. Me pongo de pie cómo alma que lleva el diablo, siento como la vía intenta impedir mi salida, pero estiro mi brazo con fuerza y solo escucho el jadeo de Phoebe detrás de mí.

Al salir veo un salón espacioso y también un comedor, busco con la mirada si hay otra habitación dentro. Localizo una puerta a unos cuantos metros de donde me encuentro. Me encamino a paso apresurado y solo unos segundos más tarde estoy en el marco de la puerta.

Ahí está ella, sentada en la cama con la espalda pegada al espaldar llevando un lindo vestido azul, su cabello recogido en un moño alto que ahora está a medio hacer. Tiene estirada una pierna con una bolsa de hielo en la rodilla y recuerdo de inmediato que se había lesionado. Fijo mi mirada en sus ojos que aún no me miran de regreso, su mirada está en mi pecho. Bajo la mirada y veo que mi camisa está abierta y por su fuera poco mis pantalones también.

Oh por Dios, que alguien me mate ahora mismo. Tomo los extremos de mi camisa y los cierro con fuerza. Ahora si me gano su atención y sus mejillas se tiñen de un bonito tono de rosa. Yo por mi parte estoy tan idiota ante lo irreal de esta escena que ni siquiera soy capaz de sonrojarme.

Pongámonos en contexto. Sarah Chen, ahora conocida como Sarah Petrov, era la mejor amiga de Athan desde secundaria, era la chica que me robó todos mis suspiros en el tiempo que pude verla desde lejos, se preguntarán porque diablos no hice nada. Comencemos por una triste historia, desde el primer día, mi primer día, fui víctima de todos las bromas posibles por parte de los gemelos que se graduaban el mismo año en el que yo entré a primero. El primer día me colgaron en la asta bandera en ropa interior, pero esa no es la peor parte de toda la historia, claro que no, lo peor es que fue justo Sarah la primera persona que me vio y fue a alertar al director. Tomó más de dos horas donde se me estaba congelando todo hasta que pude estar vestido nuevamente. No sé con que imagen mía se quedó ese día, pero estoy seguro que con el tiempo no hizo más que empeorar, tenía esa clase de suerte en la que siempre que me encontraba con ella tenía que sucederme algo vergonzoso. Tropezaba, escupía comida, era víctima de mis hermanos o cualquier cosa, no estoy seguro de que ella era consiente, pero he perdido la cuenta de la cantidad de veces en que, como en este momento, desee que la tierra me tragara.

SAGA LUX II | El amor de NeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora