EN CLASE

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Estamos en clase de Ciencias Naturales, sentados en la última fila. Verony se encuentra a mi derecha y Maria, a mi izquierda. Estoy en medio de ambas para tenerlas controladas... aunque sé que eso es imposible.

Mis compañeros de Los Seis —de mi grupo de trabajo—, están sentados bastante más adelante, pero me niego a llevar a mis dos amigas tan cerca del profesor. Dan tampoco se ha sentado con ellos, porque ha preferido tomar asiento en la penúltima fila, casualmente delante de Maria.

Juraría que mi amiga rubia le está humedeciendo la espalda con la baba que suelta al observar su voluminoso dorso.

—Vaya fornido caparazón...

—Parece una Tortuga Ninja —compara Verony.

—Vosotras —las llamo susurrando—, comportaos, eh.

—Tranquilo. Ya hemos ensayado en el baño cómo actuar —confiesa Verony—. Está todo controlado.

—¿Ensayado? ¿Qué es lo que habéis ensayado...? —pregunto, aunque me da miedo la respuesta.

—Ahora verás. —Verony le hace un gesto afirmativo a Maria, y esta da comienzo al espectáculo:

—¡Uy! Vaya... ¡Se me ha caído el bolígrafo!

—¿Qué bolígrafo? —repito, me están poniendo muy nervioso—. No has traído boli...

—¡Sí! —Verony le sigue el rollo—: ¡Yo lo he visto! Ha caído debajo del asiento de tu amiguito, el que tiene la espalda como un Blastoise.

—¿Blastoise?

—El pokémon. La tortuga gigante de tipo agua.

—De agua tiene que ser... —dice Maria—. Porque te moja enterita.

—Basta, eh. —Me avergüenzan.

—Bastamos —me vacila mi compañera rubia, y centra el tema—: Quiero recuperar el boli del culo de... ¡tu amigo el de enfrente!

—Eh, ¿qué pasa? ¿Necesitáis algo? —se gira Dan con chulería, encantado de entrar en el juego.

—Sí. —Maria saca pecho y curva su espalda—. Sí que necesito algo.

Dan y ella se miran con deseo, y yo me siento en medio de una historia picante, cuyos personajes son un musculoso malote y una atractiva universitaria rubia. Parecen los protagonistas de una de las novelas que tiene Rebeca en su biblioteca de Wattpad.

—Verás, se me ha caído el boli justo debajo de ti —le comenta y lo piropea—: Qué suerte la suya que puede tenerte encima.

Vergüenza ajena. Eso es lo que siento, y me ruborizo de inmediato. Dan también está colorado, aunque, en su caso, no sé si es por rubor o porque le hierve la sangre.

—Chavala, no te preocupes, yo —se da un golpe en el pecho—, lo voy a encontrar.

Se agacha y Maria aprovecha para estirarse a observar su trasero. Cuando este se vuelve a incorporar —sin el bolígrafo, como era evidente—, mi compañera retoma su pose seductora y finge estar decepcionada:

—¿No lo encuentras?

—Por ningún lado.

—Vaya, y... —Maria se muerde el labio—. Tú no tendrás un buen boli lleno de tinta para dejarme, ¿no?

—¡¡¡MARIA!!! —me sobresalto.

Qué manía tiene de comparar miembros con utensilios de escritura.

—¿Qué pasa ahí atrás? ¡Silencio! —ordena el profesor.

Dan se vuelve y nosotros tres nos erguimos ante la mirada acusadora del maestro. Por suerte, opta por ignorar lo ocurrido y sigue con la clase... De verdad, qué tensión.

69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora