Always-Nuevo inició.

~ANIMAGO~

*Bosque prohibido*

Sus ojos verdes brillantes, como un diamante, miraban con atención los grises oscuros del enorme perro.
Había oído y leído que el Grim era un mal presagio, que su presencia solo podía significar una muerte futura.

Pero ahora ya no sabía que pensar, un sentimiento muy raro lo invadía, el enorme perro parecía sufrir con solo verlo. En su mirada se podía reflejar la tristeza, la soledad y el arrepentimiento.

Harry intento acercarse. Con un movimiento algo tosco se movió un poco, pero su corazón se lo impidió, el temor lo invadió, sin esperar algo más, se dio media vuelta y corrió para salir del bosque.

El enorme perro abrió los ojos aterrado y corrió detrás del alumno, quería detenerlo, tal vez pensaba que Harry hablaría de su presencia y debía evitarlo.

Cuando el azabache estuvo a punto de salir del bosque, el perro se abalanzó sobre el y clavo los colmillos sobre su pierna.

Harry no grito, pero siento un fuerte dolor que hizo que apretara los dientes con rabia y gruñera mientras forcejeaba para librarse.

El perro, arrastró al azabache, sin tener el menor cuidado con su pierna, lo hacía sangrar, pero parecía no importarle, el solo quería regresar a Harry, a la espesura del bosque.

—¡Ayuda!—grito el azabache, sin importarle que Draco apareciera para burlarse, el solo quería librarse del enorme perro—. ¡Hagrid!—aunque la cabaña del semi gigante parecía estar cerca, nadie iba en su rescate.

Harry seguía siendo arrastrado con fuerza, sus manos estaban lastimadas y le ardían, consecuencia de los múltiples intentos de aferrarse a la tierra.
Cuando la imagen de el desangrándose y muerto en el bosque, lo empezó a invadir con terror, metió con gran dificulta su mano derecha en el bolsillo de su túnica, cogió su varita e intento sacarla sin romperla.

El enorme perro al sentirse desprotegido, dejo la pierna de Harry, se alejó unos centímetros y lo miro con ruego.

El azabache estaba a punto de conjurar un hechizo aturdidor, estaba decidido a hacerle daño, pero un cambio lo dejo desconcentrado.
Había resultado que el perro enorme, no era el Grim, era un animago, lo recordaba por la clase que había dado Snape en la extraña ausencia de Lupín.

—¡Tu!—rugió Harry contemplando a Sirius Black, con gran esfuerzo se intentó poner de pie, las heridas en su pierna se lo impidieron y cayó lleno de dolor—. ¡Aléjate de mi!—le gritó al ver que el prisionero se intentaba acercar con preocupación.

Sirius abrió la boca, pero sin importar cuanto esfuerzo pusiera para articular palabra, le era imposible, solo sonidos salían, sin significado alguno.

—Maldito traidor...—murmuró Harry con los dientes apretados—... ¿No te vasto con matar a mi padre?

El animago bajo la mirada, se alejó unos cuantos centímetros más.
Eso Confundió mucho al azabache, no podía entender cómo el asesino más buscado por el mundo mágico se mostraba débil.
Negó con la cabeza, tal vez eso solo podía significar un truco, Black tal vez intentaba distraerlo.

Harry volvió a levantar su varita, con las manos temblorosas de la rabia, por todo lo que había pasado, apunto al prisionero con un solo propósito: matarlo.

Black levantó la mirada rápido y se aventó encima de Harry para poder arrebatarle la varita. El azabache al ser más pequeño y estar completamente débil por la sangre que había perdido por la enorme mordida, no pudo ganar.

—¿Que esperas?—rugió mirando a Black—. Mátame ¿No es para eso que escapaste? ¡Vamos, mátame!—la rabia que sentía al tenerlo en frente, lo empezaba a dominar.

El animago aventó la varita a una corta distancia de dos metros.
Miro directamente los ojos de Harry y sonrió.

—La... Lamento todo—le dijo, su voz se escuchaba muy áspera y poco entendible, como si jamas la hubiera utilizado—... Ha...Harry—una mueca parecida a una sonrisa triste se le dibujó en el rostro.

El azabache se pudo dar cuenta que los ojos del prisionero brillaban, eran como una mezcla de alegría y tristeza, sentía que en cualquier momento lloraría pero no lo hacía, solo lo contemplaba con mucha profundidad, como si intentará explicarle algo importante con una simple mirada.