Nuevos personajes. Nuevas locuras. Nuevas amistades. Nuevo chico. La secuela de She is one of the boys está aquí.
Dylan Carter logró sobrevivir a un cambio radical en su apariencia, a su caótico penúltimo año de secundaria y a un montón de alocadas...
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I don't care what you think as long as it's about me, the best of us can find happiness in misery. Said, I don't care what you think as long as it's about me. The best of us can find happiness in misery
—¡Mierda! —farfullé, sin abrir los ojos, tanteando sobre la mesita de noche en busca del escandaloso teléfono que había olvidado silenciar antes de irme a dormir.
Al menos que fuese West quien llamaba, mataría a la persona que estuviese llamando tan temprano en la zona horaria de los Carter en fin de semana. Nadie, nadie, tenía permitido molestar dentro de esa zona horaria. Estaba prohibido levantarse antes de las doce, prohibido.
Con mis ojos aún cerrados, le di al botón de contestar y me llevé el teléfono al oído.
—Primero que todo, te mataré si no es importante. Si no lo es, entonces no digas nada y simplemente cuelga, yo lo entenderé y la humanidad lo entenderá también —le advertí a quienquiera que fuese. Ni siquiera me había molestado en revisar el identificador de llamadas.
—Despierta, Rayo De Sol, son las once de la mañana. —La voz de Hunter me hizo gruñir.
—Son tan solo las ocho de la mañana en la zona horaria de los Carter en fin de semana —balbuceé, irritada—. Por cierto, hilarante tono de llamada, no preguntaré cuándo tomaste mi teléfono para cambiarlo.
—Primero, tenemos cosas que discutir, así que mueve tu trasero de la cama, Lanie, que voy saliendo a tu casa —dijo—. Segundo, deberías cuidar más de tus pertenencias, eres demasiado despistada.
Gruñí, sentándome en la cama a regañadientes.
—¿Esas cosas que discutir no pueden ser después de la una de la tarde o algo así? —le pregunté, masajeando mi sien con mi mano libre—. Dormir es bueno, ¿sabes?
—Nah, no confío en que vayas a atenderme el teléfono más tarde si te dejo seguir durmiendo —reconoció, haciéndome resoplar—. Ahora, ponte decente que voy a tocar tu puerta hasta que me abras para asegurarme de que no te regresaste a lo que hacías.
Maldije internamente mientras que pestañeaba para espabilar mi vista. Estaba exhausta, los ojos me ardían y mis sábanas estaban demasiado cómodas como para tener que abandonarlas tan pronto.
—Voy a comenzar a llamarte «mi llaga en el culo» desde ahora —le espeté, resignada a que tendría que levantarme.
—Siempre me llamas «llaga en el culo», Lanie, ya le he cogido cariño —se rio, haciéndome saltar al escuchar el rugido de su motocicleta en el fondo—. Te veré en un rato, adiós.
Le gruñí con fuerza al teléfono cuando me colgó sin darme oportunidad de negociar.
Repasé las escazas razones de mi alianza con Hunter en mi camino al baño. Luego, repasé las casi nulas razones por las que no lo había castrado aún mientras me lavaba los dientes y arreglaba inútilmente mi cabello. Ni me molesté en cambiarme el pijama. A la mierda con él. Mi sentido de la coordinación se había quedado en la cama, donde yo debía estar, en vez de esperar a un estúpido chico, a las once de la mañana, de un fin de semana.
